DE LA "SUBLIME PUERTA" A LA TURQUIA DE ATATURK
Noviembre 1918. Para los países de la Entente, la guerra ha terminado. Ha sido una larga y sangrienta contienda. Para algunas naciones del bando vencedor comienza una época de colonialismo e imperialismo; para otras, sin embargo, empieza el desmembramiento de su territorio y una nueva lucha por alcanzar su propia identidad.
La Sublime Puerta, bâb-ı âli , metáfora con la que se
conocía al Imperio Otomano, por analogía con la entrada al palacio del Gran
Visir, veía próximo su fin a manos del imperialismo occidental.
LA SUBLIME PUERTA |
La historiografía sobre el Imperio
Otomano sigue siendo para muchos narrar una historia del Lejano Oriente, mas
próxima a cuentos y leyendas que a la conformación del Viejo Mundo. Creo que en
España hay un profundo desconocimiento del otro gran ente político del
Mediterráneo, heredero del Imperio Romano de Oriente y del Imperio Bizantino, que con la toma de Constantinopla en 1453
ocupó un lugar hegemónico y dominador en el Mare Nostrum.
Intentaré explicar la
evolución de un gran imperio, que se define e identifica como musulmán, en el
que el sultán encarna la cabeza y la primogenitura del Islam, hasta su
conversión, a través de la actuación de un personaje singular como Mustafá
Kemal, en una nación, con un fuerte nacionalismo turco, que pasa a regirse por
una constitución laica y republicana.
Duración del Imperio Otomano |
El Imperio Otomano ha sido, a lo largo
de la historia, uno de los mas extensos en cuanto a territorio y de los mas
longevos en el tiempo. Por este motivo, para poder entender
con mayor precisión la propuesta expresada en el título, creo necesario hacer previamente una incursión en el siglo XIX. Hemos visto en
el transcurso de la historia, que el proceso de descomposición de un gran
imperio no se produce de forma puntual, sino que su desarrollo es paulatino,
por lo que una irrupción en el último cuarto del siglo anterior puede ser
oportuna.
La historia de Turquía a lo largo del
siglo XX, en su evolución de imperio tradicional a república occidentalizada,
abarca varias fases que podríamos agrupar en tres grandes periodos:
Antecedentes de finales del siglo XIX y principios del XX; entre 1914 y 1923
con la derrota en la Gran Guerra y el estallido de la revolución nacionalista y
finalmente entre 1923 y 1938 con la aparición de la primera República turca y
la organización del régimen kemalista, durante la presidencia de Mustafá Kemal,
que finaliza con su muerte en 1938.
El Imperio
Otomano entre el siglo XIX y XX.
1.-
Antecedentes. Los Jóvenes Otomanos. Constitución de 1876.
Al comenzar el siglo XIX, el Imperio
Otomano abarcaba todavía inmensos territorios. Ocupaba la totalidad de la
península de los Balcanes; grandes extensiones en el norte de África; en la
península Arábiga y en las costas del Mar Negro y Caspio; así como todo el
Oriente Próximo, además de su territorio central, la península de Anatolia.
La composición humana del Imperio
Otomano era uno de los factores diferenciales de este estado con sus homónimos
del Mediterráneo. Convivían en él, dieciocho etnias y tres religiones. El
sultán aglutinaba bajo su mandato a pueblos, cultural y religiosamente
completamente diferentes, que convivieron a todo lo largo de la Edad Moderna. Pero
con la influencia de los estados europeos, a partir del siglo XVII, la Sublime
Puerta mostraba ya síntomas de desarticulación, perdiendo la cohesión interna y
la gran organización que le había caracterizado en siglos anteriores. La
desintegración de la Sublime Puerta a lo largo del siglo XIX está jalonada de
los intentos reformistas efectuados por sultanes y gobernantes, inducidos por
la mayor penetración europea en todos los ámbitos.
El inicio de la segunda mitad del
siglo XIX está marcado por el proceso de reformas políticas, económicas y
administrativas conocidas como Tanzimat i-Hariye (legislación
beneficiosa). Es el sultán Abdülmecid el que pone en marcha el Tanzimat, en el que también influyeron
las potencias europeas. Con estas reformas se buscaba la recuperación y
modernización del Estado Otomano mediante la importación de modelos
occidentales en la administración y la supresión de anticuados usos sociales y
religiosos. Se proclamó una unidad jurisdiccional de todas las comunidades
religiosas y naciones que componían el Imperio, que trajo como consecuencia un
mayor control de la Administración central y un aumento de la capacidad
recaudatoria del Estado. Estas reformas contribuyeron a dotar de una
importancia cada vez mayor a la cúpula administrativa imperial, el Diwan o Consejo de Estado. De aquí
saldrían comisiones de expertos que formarían la élite reformista que puso en
marcha la primera constitución otomana de 1876.
Los perros de la guerra, caricatura publicada el 11 de junio de 1876 en la revista Punch, representando a Rusia a punto de atacar al Imperio otomano con cuatro perros que representan las naciones balcánicas. Mientras el Reino Unido, escondido tras una valla, recomienda a Rusia que tenga cuidado. |
En el siglo XIX, el Imperio Otomano
era conocido peyorativamente como “El hombre
enfermo de Europa”. Esta expresión, acuñada por el zar Nicolás I, venía a definir
la situación de descomposición que aquejaba a la Sublime Puerta. Y
aprovechándose de esta condición, las potencias europeas no cesaban de acosar
al sultanato de Constantinopla, con el fin de sacar provecho del curso de los
acontecimientos. Esta situación provocó la aparición de un nacionalismo turco
occidentalista, liberal y reformista, que veía en la creación de un estado
unificado, constitucional y centralista, la única posibilidad de salvación del
mundo otomano.
Dicho nacionalismo se plasmó en la
aparición de los Jóvenes Otomanos, Jeni
Osmanlilar, grupo de jóvenes intelectuales de clase media-liberal, que
inspirados en el pensamiento del poeta y funcionario, Namik Kemal, y financiados
por el príncipe en el exilio Mustafá Fazil Pasha se organizaron en contra de la
política practicada por el sultanato.
Este movimiento, nacido en 1871 bajo
el liderazgo de Midhat Bajá, defendía principios políticos occidentales, como
derechos y libertades públicas, división de poderes y una constitución moderna.
Esta tendencia se fue introduciendo con fuerza en el interior del Imperio,
llegando a algunos sectores del ejército, del tal forma que lograron que el
sultán Abdülaziz I, fuera depuesto en marzo de 1876. Le sucedería su sobrino,
Murad V que sólo reinó durante 93 días antes de ser destituido debido a una
enfermedad mental. Por fin, los Jóvenes Otomanos, lograron que el nuevo sultán
Abdul Hamid II, entronizado en agosto de 1876, aceptase un nuevo texto
constitucional, de corte liberal, que fue
proclamado en diciembre del mismo año. Este periodo es conocido como el
año de los tres sultanes.
CONSTITUCIÓN DE 1876 |
2.- Sublevación
en Bosnia y Bulgaria. Conferencia de Constantinopla.
Mientras esto sucedía en el Imperio
Otomano, los demás países europeos seguían jugando sus cartas en aras de lograr
una hegemonía en el continente. Y en estos planes también figuraba la Sublime
Puerta, pero mas como un objetivo que como un protagonista.
Tras la Guerra Franco-Prusiana
acaecida entre 1870-71, y con la derrota del Segundo Imperio Francés de
Napoleón III, el equilibrio de poderes se decantó hacia el lado del káiser
Guillermo I y el Segundo Imperio Alemán.
Con su victoria, el Káiser alentó en
1872 una alianza conocida como “Liga de los Tres Emperadores”, junto con el
emperador austro-húngaro Francisco José I y el emperador ruso Alejandro II. El
fin último de esta unión era crear una oposición a las formas de gobierno de
corte liberal imperante en los países del occidente europeo. Estos líderes
profesaban un profundo conservadurismo en lo político; un gran desagrado hacia
el liberalismo, especialmente hacia el practicado en las otras dos potencias
del continente europeo de la época: Reino Unido y Francia. Los monarcas conservadores
de dichos estados formaron esta unión para apoyarse mutuamente en la política
exterior, pues los tres consideraban al socialismo y al republicanismo como las
mayores amenazas de sus respectivos regímenes.
En este complejo contexto
internacional, se produjo en 1875 en el territorio de Bosnia-Herzegovina, una
sublevación de campesinos ortodoxos y católicos, debido a la fuerte carga
tributaria impuesta por la administración turca, cuyos representantes
provinciales tenían fama de corruptos e
ineficientes. En Bosnia, este cargo lo ocupaban las familias musulmanas
locales, socialmente prominentes, pues con el tiempo, la recaudación de
impuestos se había convertido en un trabajo hereditario y se multiplicó el
número de beneficiarios, que coexistían con la tradicional estructura
administrativa del Imperio. Esta doble fiscalidad, unida a la corrupción de las
autoridades a la que estaban sometidos los campesinos, era ya de por si lo
suficientemente peligrosa para originar una revuelta social. Pero para aumentar
la tensión en la zona; serbios, búlgaros, rumanos y griegos conspiraban para
desencadenar una conflagración balcánica para terminar con los territorios
europeos de la Sublime Puerta.
Lo que comenzó como una revuelta
social de los campesinos que se negaban a pagar mas impuestos tras la mala
cosecha del verano, se transformó en una revuelta política cuando las vecinas
Serbia y Montenegro se lanzaron a ayudar a los insurrectos con armas y
suministros e incluso el Imperio Austro-Húngaro participo con algún contingente
de voluntarios.
La Sublime Puerta respondió
favorablemente a las peticiones de los primeros ministros de la Liga, reunidos
en noviembre de 1875, pero sus propuestas no sirvieron para imponer la paz en
Bosnia, por lo que se siguió recurriendo a la vía militar.
La campaña de represión llevada a cabo
por las tropas otomanas a principios de 1876 generó una oleada de refugiados
que traspasaron las fronteras serbia, montenegrina y austríaca, incrementando
la tensión en la zona.
Esta revuelta alentó a la vecina
Bulgaria, que también se levantó, en mayo de 1876. La acción comenzó con una
masacre de aldeanos musulmanes. Como respuesta, las autoridades locales otomanas reclutaron a los basi bozuks, mercenarios del ejército, provocando
una enorme mortandad entre la población civil. Esta matanza ocasionó una
enérgica reacción de la opinión pública y de los gobiernos europeos en contra
de la acción otomana.
La tensión en Bosnia y el apoyo ruso a
las reclamaciones balcánicas, alentaron
a Serbia y Montenegro, a declarar la guerra, en junio, al Imperio Otomano, al
que pertenecían nominalmente. Afortunadamente
para la Sublime Puerta, ni rumanos ni griegos les respaldaron en la aventura.
Un suceso de este calibre era el
esperado largamente por Rusia para llevar a cabo sus pretensiones, y bajo el
pretexto de una conciliación entre las grandes potencias, convocó la
Conferencia de Constantinopla, que se inició en diciembre de 1876 en la capital
otomana. Asistieron delegados de Rusia, Reino Unido, Francia, Alemania,
Austria-Hungría, Italia y se pretendía traer la paz y un acuerdo duradero sobre
la cuestión búlgara. Paradójicamente la Sublime Puerta no fue invitada a la
conferencia, a pesar de que se debatía sobre la extensión de sus fronteras,
pues se preveía la creación de tres provincias prácticamente soberanas: Bosnia
y la división de Bulgaria en dos mitades.
Delegados a la Conferencia de Constantinopla |
La respuesta de la Sublime Puerta fue
negativa, porque los otomanos sentían el apoyo británico, que consideraba la
propuesta como una maniobra del Dreikaiserbund
para liquidar y repartirse las zonas de influencia del Imperio Otomano en los
Balcanes. La Conferencia fue interrumpida cuando el canciller otomano informo a
los delegados extranjeros que la Sublime Puerta había aprobado una nueva
constitución que garantizaba los derechos de las minorías étnicas y que los
búlgaros disfrutarían de los mismos derechos que los turcos.
3.-
Guerra ruso-turca. Tratado de San Stefano. Conferencia de Berlín.
A pesar de la aprobación de la nueva
constitución, o quizás por este motivo, al ver truncadas sus expectativas de
conseguir una salida al Mediterráneo, Rusia mantuvo su hostilidad hacia el
Imperio Otomano, postulando que la constitución era sólo una solución parcial a
las reclamaciones búlgaras. Por medio de negociaciones con Austria-Hungría, que
aseguraba su inacción en futuras operaciones militares, Rusia declaró la guerra
al Imperio Otomano en abril de 1877. Aunque el Reino Unido y Francia no veían
con buenos ojos la expansión rusa en los Balcanes, no intervinieron en favor de
la Sublime Puerta. Las distintas crisis políticas internas disuadían a Francia
de intervenir en un territorio lejano a sus intereses, mientras que el Reino
Unido no quería repetir la sangrienta experiencia de la Guerra de Crimea.
La contienda adquirió tintes de guerra
de religiones. El gran duque Nicolás, hermano del zar, declaró la cruzada para
liberar a los cristianos del yugo musulmán. Poco después, el sultán proclamó a
su vez la guerra santa, sacando en procesión el estandarte del Profeta,
guardado en el palacio Topkapi.
Pero los acontecimientos no se
desarrollaron como habían previsto en San Petersburgo. El ejército otomano,
debido a la aplicación de las Tanzimat,
se había reorganizado a partir del sistema militar prusiano, alcanzando su
mejor estado para el combate. El ejército ruso se vio bloqueado en los Balcanes
ante la fortaleza de Plevna, al sur del Danubio. Las fuerzas otomanas habían
recurrido a un sistema de trincheras que anticipó las técnicas defensivas de la
Gran Guerra y ante las cuales las fuerzas rusas se estrellaban en asaltos
masivos. Tras cinco meses de combates inútiles, los rusos tuvieron que enviar
sus tropas de élite y el Zar en persona tuvo que acudir para conjurar el
desánimo. La fortaleza cayó al fin en diciembre y en pleno invierno se
plantaron a pocos kilómetros de Constantinopla.
Estos acontecimientos exasperaron al
gobierno de Londres, que tomó partido del lado otomano para salvar sus
posesiones en Próximo Oriente y la India de los peligrosos apetitos rusos,
enviando una flota de acorazados para proteger los estrechos y Constantinopla. Por
su parte, Viena se apresuró a escribir al Zar pidiéndole la concesión de
Bosnia-Herzegovina como compensación. De
esta manera, la Sublima Puerta había logrado frenar momentáneamente su caída
libre hacia la destrucción. Pero el primer paso estaba dado.
En marzo de 1878 las negociaciones de
paz se plasmaron en el Tratado de San Stefano, basado en el hecho de que la Sublime
Puerta había aceptado una rendición incondicional. Serbia, Montenegro y Rumania
serían considerados estados soberanos, cediendo esta última parte de la región
de Besarabia a Rusia. Pero la parte principal del Tratado, era la creación de
una gran Bulgaria, que de momento quedaría como principado autónomo bajo
soberanía del sultán, pero con sus propias fuerzas armadas y administración.
Incorporaba además el territorio de Macedonia y obtenía una importante salida
al Egeo. Las tropas otomanas deberían retirarse y su lugar sería ocupado por
tropas rusas durante dos años.
El Tratado de San Stefano indigno a británicos y austriacos e inquietó a Bismarck. Quedaba claro que Rusia se había convertido en la potencia dominante en los Balcanes. Tenía a Bulgaria como trampolín para saltar directamente sobre Constantinopla en la próxima guerra.
El edificio de Yeşilköy en el que se firmó el tratado de San Stefano. |
El Tratado de San Stefano indigno a británicos y austriacos e inquietó a Bismarck. Quedaba claro que Rusia se había convertido en la potencia dominante en los Balcanes. Tenía a Bulgaria como trampolín para saltar directamente sobre Constantinopla en la próxima guerra.
Ante la tensión creciente, apenas
cuatro meses después de la firma de San Stefano, y auspiciado por Alemania, se
reunieron en Berlín los delegados de todos los países beligerantes para
efectuar una revisión del Tratado.
Allí, los delegados otomanos fueron
tratados nuevamente como convidados de piedra. La Sublime Puerta no tuvo nada
que decir, sólo acceder a lo que las potencias dominantes acordaron para sus
territorios en Europa. Se consiguió, sin embargo, desmontar la gran Bulgaria
pretendida por Rusia, volviendo Macedonia al control otomano y dividiendo
Bulgaria en dos partes: la meridional de mayoría turca y musulmana volvería a
soberanía otomana y la septentrional permanecería como un principado autónomo.
Bosnia-Herzegovina sería ocupada y administrada por el Imperio Austro-Húngaro.
Paradójicamente, el resultado de la
Conferencia y posterior Tratado de Berlín fue que ninguno de los dos
participantes en la guerra salió de ella como potencia predominante. Lo
impidieron las demás potencias, que además sacaron beneficio sin disparar ni un
solo tiro.
Dicha Conferencia es considerada como
el comienzo del “delirio imperialista” de los firmantes, y ya en 1881 Francia
ocupó por su cuenta Túnez, que era posesión de la Sublime Puerta en el Magreb.
Su protesta ante las potencias que habían garantizado la integridad de su
territorio en Berlín, fue ignorada.
CONFERENCIA DE BERLÍN |
4.- Imperialismo
europeo. La recuperación del “Hombre enfermo”
La Conferencia de Berlín consagró a
los nuevos estados Balcánicos como copias a pequeña escala de las potencias
occidentales, impulsadas por un nacionalismo violento y con la potencia militar
y económica de la revolución industrial triunfante. Pero a diferencia de sus
modelos, los nuevos estados estaban comprimidos unos contra otros en una
península montañosa, que se asemejaba a un avispero en continua ebullición y
que sirvió para preparar el terreno a las posteriores Guerras Balcánicas y poco
tiempo después a la Gran Guerra.
Mientras tanto, hasta la llegada de
esos fatales conflictos, se sucedieron una serie de crisis, herederas del
arbitraje de Berlín, sin que ninguna de las potencias, en teoría garantes de lo
acordado, moviese un dedo. En 1885 el estado búlgaro se anexionó Rumelia
Oriental, dando lugar a una guerra entre Serbia y Bulgaria. En 1897 Grecia
envió navíos de guerra y soldados a Creta para apoyar la insurrección
nacionalista surgida en la isla, dando lugar a la llamada Guerra de los Treinta
Días contra el Imperio Otomano, que se saldó con la humillante derrota de los
griegos.
A pesar de que la Conferencia de
Berlín había liquidado la vieja Rumelia del Imperio Otomano, aún quedaba Macedonia.
Pero su posición estratégica la había convertido en objeto de deseo para los
nuevos estados balcánicos, por su cercanía a los estrechos y a Constantinopla.
Debido a su compleja composición nacional, hacía que cualquier nación se
sintiese acreditada para intervenir en favor de sus compatriotas. Griegos,
serbios, búlgaros, rumanos y albaneses ocupaban su territorio, además de un no
desdeñable número de musulmanes refugiados, que formaban una identidad
macedonia autóctona.
En consecuencia, los países
involucrados o interesados enviaron oficiales y agentes, partidas irregulares,
terroristas y armas que convirtieron Macedonia en un violento lugar de
enfrentamiento, sobre todo a partir de 1900.
Para entonces, las páginas de la
prensa europea recogían puntualmente los episodios de violencia que se vivían
allí y las grandes potencias firmantes de la Conferencia de Berlín exigían, una
vez mas, a la Sublime Puerta que aplicara reformas, apoyando así directamente
las ambiciones nacionalistas balcánicas.
Sin embargo, esta presión de las
grandes potencias sobre la Sublime Puerta no se producía sólo en los Balcanes.
Se extendían a todo el espacio del Imperio Otomano. De hecho, era en las
regiones árabes donde actuaban de forma mas contundente, debido a su fuerza
militar y económica, que a veces llevaba a anexiones sobre la marcha, sin
previa planificación.
Como ejemplo, basta mencionar la
anexión de Túnez por Francia, citada al final del punto anterior, para
asegurarse el cobro de las deudas contraídas y también para evitar que Italia
se adelantara en la apropiación. Un paso similar dio el Reino Unido al ocupar
Egipto en 1882, tras una crisis financiera propiciada por la compra de las
acciones del Canal de Suez por el gobierno británico al estado egipcio, que
originó una rebelión nacionalista finalizada con la intervención militar
británica. Estos movimientos se emparentan con la injerencia franco-británica
en el Líbano en 1846 y 1860, y con el
respaldo a las aspiraciones sionistas en Palestina y la guerra ítalo-turca de
1911. El final de esta ansiosa carrera sería el reparto franco-británico del
Próximo Oriente al terminar la Gran Guerra.
En resumen, a partir de 1878 se
inauguraría un periodo de acoso directo sobre la Sublime Puerta, que concluiría
cuarenta años mas tarde con su total destrucción. Las diversas regiones del
Imperio Otomano fueron las primeras en sufrir una presión reiterada del nuevo
imperialismo europeo. De este periodo surgirán diversos focos de conflicto crónico,
que desde los Balcanes, hasta el corazón de Oriente Próximo, Palestina o el
Líbano, se prolongan hasta nuestros días.
En virtud de la Conferencia de Berlín, la Sublime Puerta se había visto forzada a ceder dos quintas partes de su territorio y una quinta parte de su población. A pesar de ello y de la oleada de refugiados que debieron ser acogidos, así como de la crisis financiera que siguió a la quiebra de la deuda pública en 1875 y los gastos de la guerra contra los rusos, los ingresos fiscales se incrementaron en un 43 por ciento entre el ejercicio 1880-1881 y el de 1906-1907. Con la modernización de las infraestructuras se registraron mejoras espectaculares: La longitud de las líneas ferroviarias se multiplicó durante el sultanato de Abdülhamid II por tres, y por diez los beneficios obtenidos por el estado en ese mismo periodo. Paralelamente a las líneas férreas, transcurría el telégrafo, cuya longitud de tendido pasó de 23.380 kilómetros a mas del doble. Además los servicios pasaron a ser atendidos por profesionales autóctonos, formados en las nuevas escuelas de telegrafistas inauguradas por el Imperio. En el capítulo de comunicaciones también cabe destacar el auge experimentado por el tráfico marítimo con la adquisición de mil setecientos barcos de vapor en la década de 1895 a 1905.
IMPERIO OTOMANO EN 1878 |
En virtud de la Conferencia de Berlín, la Sublime Puerta se había visto forzada a ceder dos quintas partes de su territorio y una quinta parte de su población. A pesar de ello y de la oleada de refugiados que debieron ser acogidos, así como de la crisis financiera que siguió a la quiebra de la deuda pública en 1875 y los gastos de la guerra contra los rusos, los ingresos fiscales se incrementaron en un 43 por ciento entre el ejercicio 1880-1881 y el de 1906-1907. Con la modernización de las infraestructuras se registraron mejoras espectaculares: La longitud de las líneas ferroviarias se multiplicó durante el sultanato de Abdülhamid II por tres, y por diez los beneficios obtenidos por el estado en ese mismo periodo. Paralelamente a las líneas férreas, transcurría el telégrafo, cuya longitud de tendido pasó de 23.380 kilómetros a mas del doble. Además los servicios pasaron a ser atendidos por profesionales autóctonos, formados en las nuevas escuelas de telegrafistas inauguradas por el Imperio. En el capítulo de comunicaciones también cabe destacar el auge experimentado por el tráfico marítimo con la adquisición de mil setecientos barcos de vapor en la década de 1895 a 1905.
Por otro lado, mientras que el capital
extranjero invertía en sectores que convenían a la adquisición de materias
primas a bajo precio –transportes, minería, agricultura- rechazaba el favorecer
una industria capaz de hacerle competencia al producir mas barato, evitando la
promulgación de leyes o tarifas proteccionistas por parte del gobierno otomano.
No por casualidad, las únicas fábricas que existían elaboraban solo productos
como ladrillo de construcción, vidrio o papel. La única excepción la
constituían las industrias dedicadas al algodón o la seda. El gobierno impulsó
la introducción importando semillas americanas y concediendo exenciones
fiscales a los cultivadores. Así, se extendieron los primeros campos de algodón
por el sur y sudoeste de Anatolia, por Esmirna y Adana.
Por este motivo, las grandes potencias
sentían un gran nerviosismo ante la posibilidad de recuperación del “Hombre
enfermo”, ya que veían cada vez mas distante la oportunidad de liquidarlo
definitivamente y aprovechar en beneficio propio esa hipotética opción. En la
zona de los Balcanes la presencia rusa añadía además componentes emocionales
que complicaban aún mas la situación, al mezclar como excusa externa el
nacionalismo y la religión.
Campos de algodón en Turquia |
5.-Los Jóvenes Turcos
Apenas seis años después de la
proclamación de la Constitución y un lustro de la inauguración del que fue el
primer Parlamento en la historia del islam, la experiencia por la que habían
luchado los Jóvenes Otomanos había fracasado. La Cámara había sido abierta en
marzo de 1877 con el fin de impresionar positivamente a las potencias
democráticas occidentales. Debido a las prisas, los representantes no estaban
elegidos de acuerdo al artículo 66 de la Constitución, sino escogidos entre los
miembros de los consejos provinciales, a raíz de las estipulaciones que
figuraban en las Tanzimat. Aun así,
el Parlamento comenzó su andadura de manera ilusionada, creando por primera vez
un sentimiento de “otomanidad”. Sin embargo las circunstancias internacionales
no favoreciendo la experiencia y la guerra con Rusia, que supuso un serio revés
para la Sublime Puerta, acabó por desmembrar dicho sentimiento y conforme el
pánico se extendía entre los variopintos miembros de la Cámara, el sultán
disolvió el Parlamento, que continuaría así durante los siguientes treinta
años.
Por tanto, desde el punto de vista
político, la guerra con Rusia supuso también un serio revés a la experiencia
parlamentaria. Desapareció el incipiente otomanismo, que desembocaría al cabo
de los años en la aparición de un nacionalismo panturco.
Fue a raíz de la celebración del
primer centenario de la Revolución Francesa, en 1889 cuando un grupo de
estudiantes de la escuela médico militar de Constantinopla fundó el primer
núcleo conspirativo inspirado en los Jóvenes Otomanos. La bautizaron como
Sociedad Otomana de Unión y Progreso. Pronto extenderían su influencia entre
los cadetes y estudiantes de las academias militares y escuelas superiores de
la capital. Simultáneamente, un grupo de exiliados en Paris, entre los que
figuraba el ex diputado del extinto Parlamento, Halil Ganim, fundó el periódico
titulado La Jeune Turquie, que daría
nombre genérico al movimiento opositor y revolucionario.
Por su parte, el sultán Abdülhamid no
se terminaba de tomar en serio la represión del movimiento, que según su
criterio, gastaba mas energías en disputas internas que en coordinar sus
acciones.
Y los hechos vinieron a dar la razón
al sultán, pues las dos primeras acciones realizadas a finales de siglo
finalizaron en importantes descalabros.
El primero de ellos fue el fallido
golpe de estado intentado a finales de 1895 por los Jóvenes Turcos en la
capital, con la cooperación del comandante en jefe de la plaza, el general
Kazim Pasa. La eficaz policía política del régimen descubrió el complot a
tiempo, y todo el grupo de lo que ya se conocía como Comité de Unión y Progreso
(CUP) fue desarticulado. Sin embargo el sultán solo castigó al general Kazim
enviándolo como gobernador a Albania. Esta benévola reacción se explica por la
implicación de un gran número de estudiantes de teología islámica y cadetes de
las academias militares, así como numerosas facciones palaciegas, hasta el
punto de que observadores extranjeros hablaban de un “Partido de Palacio”.
El segundo revés sufrido por los
Jóvenes Turcos tuvo lugar en 1897 cuando el propio sultán ofreció a los líderes
destacados de la oposición en el exilio la posibilidad de poner sus ideas y
energías al servicio del Imperio. Esto produjo una grave escisión en el
movimiento, pues buena parte de ellos aceptaron los cargos ofrecidos dejando a
la rebelión muy malherida.
ABDUL HAMMID II |
Ya iniciado el siglo XX, el movimiento de los Jóvenes Turcos no parecía capaz de poner en serios problemas al régimen de Abdülhamid II. Sus hermanos mayores, los Jóvenes Otomanos eran ya el símbolo de una alternativa fracasada y humillada. Ni la breve experiencia parlamentaria de 1876 ni los deseos de complacer a las potencias occidentales habían servido de nada. Los otomanos seguían siendo tratados como un cero a la izquierda, pues mientras la tinta de los tratados estaba aún fresca, tanto franceses como ingleses se habían apresurado en ocupar territorios de la Sublime Puerta. Aparte de los cristianos balcánicos, los armenios se habían constituido como una nueva fuerza nacionalista particularmente organizada y agresiva, y los griegos, que aún seguían siendo súbditos del sultán, eran cada vez menos dignos de confianza, igual que los búlgaros.
En estas circunstancias, no es de
extrañar que Abdülhamid II se apoyara en la reserva ideológica de un
tradicionalismo que incluía la recuperación del panislamismo, reivindicando su estatus
de califa. Y la mejor forma de llevar a la práctica esta política era nombrar
personalmente los cargos religiosos que se enviaban a antiguas regiones del
Imperio que se encontraban bajo tutela u ocupación extranjera, empleando así el
mismo sistema que habían utilizado en sentido contrario rusos y austriacos
durante decenios, con la advertencia de que cualquier ataque contra el Imperio
Otomano supondría el riesgo de desencadenar levantamientos musulmanes en sus
propias colonias. Parece que las grandes potencias europeas se tomaron en serio
tales avisos.
Con esta nueva política, se rescató la
utilización del árabe, así como de las liturgias coránicas y personajes de
Siria y Líbano accedieron a importantes cargos en la capital. La recuperación
del orgullo islámico fortaleció el régimen ante las potencias de la época, lo
cual no favorecía al otomanismo liberal de los Jóvenes Turcos en el exilio.
6.-
La cuestión macedonia. Revolución de los Jóvenes Turcos
Sin embargo, el CUP iba a experimentar
un brusco relanzamiento que concluiría con la revolución de 1908. El motivo de
este cambio se debió a que el núcleo del movimiento pasó de los intelectuales
en el exilio a los militares dentro del propio territorio del Imperio.
La situación en Macedonia era cada mas
mas complicada, y en el verano de 1903 los nacionalistas macedonios organizaron
una sublevación. Como era habitual en cualquier contienda balcánica, la peor
parte la sufría la población civil, ya cristiana ya musulmana, víctima de las
represalias de las bandas guerrilleras. Las potencias europeas sólo resaltaron
los excesos cometidos por una de las partes, la otomana, sin tener en cuenta
que el alzamiento era consecuencia de las concesiones administrativas hechas
por el sultán a instancia de esos mismos países europeos.
Tras la conclusión militar de la
crisis, Rusia y Austria acordaron un plan de paz conocido como el Programa de
Mürzsteg, que fue apoyado por los firmantes del Tratado de Berlín. Se trataba
de una nueva variante de los acuerdos intervencionistas impuestos por las
potencias, en el que tanto Viena como San Petersburgo supervisarían las
reformas dictadas. Como era notorio, este tipo de acuerdo sólo servía para
alimentar las ambiciones nacionalistas locales, pues se sentían respaldados y
alentados a continuar la lucha.
Ante la posibilidad de un
enfrentamiento abierto en la zona, Abdülhamid II cedió a las exigencias de
Mürzteg y como consecuencia, Macedonia se convirtió en un infierno, en el que
bandas de serbios, búlgaros, valacos, macedonios y albaneses musulmanes
organizaban atentados y asesinatos contra la población civil, funcionarios,
maestros y autoridades religiosas de cualquier bando o a las instituciones del
gobierno otomano.
Este tipo de guerra no declarada
resultaba frustrante para los militares del Imperio, que echaban la culpa al
régimen autocrático del sultán y pensaban, quizá ingenuamente, que una
representación de los pueblos de Macedonia en el Parlamento resolvería la
cuestión. Pero en 1904 tuvo lugar un acontecimiento de carácter internacional
que influyó de forma importante en el movimiento de los Jóvenes Turcos y en los
militares otomanos: Estalló la guerra ruso-japonesa y ante un mundo asombrado,
los ejércitos nipones derrotaron a su adversario. Era la primera vez que
ocurría algo así y el impacto en el Imperio Ruso fue de tal magnitud que
provocó una revolución en 1905.
GUERRA RUSO JAPONESA |
Para los militares otomanos fue una
revelación: el antiguo adversario ruso no sólo no era invencible, sino que
además presentaba síntomas de decrepitud superiores a los de su propio Imperio.
De repente Japón se convirtió en un modelo anti-imperialista y no sólo para los
otomanos. Parecía haber llegado la hora de las naciones no europeas. Un
elemento que parecía clave en el desarrollo de la situación era la aceptación
por los gobernantes de un gobierno constitucional. El mismo zar de Rusia aceptó
una Constitución y la introducción de la Duma y el viejo vecino de los
otomanos, como era Persia también se convirtió al régimen constitucional.
Por otro lado, los antiguos cadetes
que militaban en las filas del CUP, ahora convertidos en oficiales con mando y
destino, y por tanto con poder real para actuar, comenzaban a significarse como
protagonistas del futuro del Imperio. Tal era el caso de un joven teniente,
recién graduado por la Academia Militar en enero de 1905: Mustafá Kemal. En
Damasco, su primer destino, organizó una rama conspirativa llamada Patria y
Libertad, adscrita al CUP. Pero Siria
estaba muy lejos del centro neurálgico del Imperio, por eso se ocupó
personalmente a comienzos de 1906 de que sus ideas llegaran al alto mando del
III ejército otomano con sede en
Salónica, su ciudad natal.
Con excepción de la capital, Salónica
era la ciudad europea mas importante que le quedaba a la Sublime Puerta y
además estaba en el ojo del huracán del conflicto macedonio. Los tentáculos del
CUP se habían extendido rápidamente por Macedonia, con el apoyo de los
francmasones y el dinero de los judeoconversos al islam, que querían así
mostrar su lealtad a la causa otomana. Mientras tanto, los núcleos de
intelectuales en el exilio seguían sin solventar sus diferencias programáticas
en el segundo Congreso de los Jóvenes Turcos celebrado en Paris a finales de
1907.
Entretanto, en el seno del ejército,
menudeaban las protestas de grupos de soldados descontentos por no haber
recibido su paga en meses. Parece evidente que Abdülhamid no había llegado a
entender que el verdadero peligro estaba en el interior de un ejército mal
pagado y que llevaba treinta años sin combatir, deseoso de sacarse la espina de
la derrota de 1878.
En la primavera de 1908 comenzaron a
llegar a Constantinopla frecuentes informes sobre el descontento del III Ejército
en Salónica. En junio llegó a conocimiento de los militares que el rey de Gran
Bretaña y el zar de Rusia se habían reunido en Estonia para discutir el futuro
de Macedonia. Ese fue el momento decisivo en que los conspiradores decidieron
poner fin al régimen hamidiano. El sultán mandó un agente especial a la zona
para que le informara de la situación, pero sufrió un atentado cuando regresaba
con su informe. El comandante del III Ejército y todo su estado mayor fueron
destituidos y la investigación continuó. Al ser descubierta su militancia
conspirativa, el mayor Ahmed Niyazi Bey se echó al monte con sus tropas
dispuesto a crear una verdadera insurgencia guerrillera.
Lo ocurrido a continuación podría
llamarse un “pronunciamiento negativo” pues el ejército enviado por el sultán
para aplastar a los rebeldes no se mostró dispuesta a actuar en su contra,
confraternizando con ellos. Estas manifestaciones de apoyo a los sublevados
obligó a la célula política del CUP, pillada por sorpresa, a hacerse con las
riendas de lo que era ya una rebelión abierta en la Macedonia otomana.
El sultán no tuvo otra opción que convocar
de nuevo el Parlamento, como exigían los sediciosos, señalando así el triunfo
de lo que se denominó la Revolución de los Jóvenes Turcos, el 23 de julio de
1908.
Los primeros momentos de la revolución
fueron de gran optimismo. La oposición al régimen autocrático del sultán había
terminado por unir a los Jóvenes Turcos con diversos movimientos nacionalistas
y separatistas, especialmente armenios y albaneses. La restauración de la
Constitución y el Parlamento parecía asegurar el marco en el que resolver los
problemas que aquejaban a la Sublime Puerta, y en las fechas posteriores al
triunfo de la revolución se sucedieron las escenas de confraternización entre
las diversas poblaciones nacionales del Imperio.
Pero al suceder los hechos de forma
algo improvisada e imprevista, a CUP la revolución le venía grande. Optaron en
principio, de forma significativa, en seguir constituidos como una sociedad
secreta, sin intención de asumir responsabilidades de gobierno y manteniendo su
sede en Salónica en lugar de en la capital. Tampoco su programa político estaba
claro, pues en principio no iba mas allá que la restauración del Parlamento.
Esto produjo una situación de indefinición política, pues nadie sabía
exactamente donde estaba la verdadera autoridad.
Esta situación fue aprovechada por
Bulgaria para proclamar unilateralmente su independencia total del Imperio en
octubre de 1908. Inmediatamente después, Creta anuncia su decisión de unirse a
Grecia y el Imperio Austro-Húngaro se anexiona formalmente Bosnia-Herzegovina,
cuyo control mantenía por mandato de la Conferencia de Berlín.
Estos hechos tuvieron un efecto muy negativo sobre el nuevo régimen del
Imperio. Vino a demostrar que ni la Constitución ni el Parlamento habían
servido para evitar la acción de las fuerzas nacionalistas, ni el respeto de
las grandes potencias y surgió una contestación popular e islamista. En este
ambiente, en la primavera de 1909 estalló un intento contrarrevolucionario,
liderado por las fuerzas islamistas de la Sociedad de Unidad Islámica, que
pretendían reemplazar la Constitución por la Sharia, ley islámica, para unir a
los musulmanes del Imperio y lanzarlos al rescate del islam.
Desde Salónica, plaza fuerte del CUP, se
organizó un ejército operacional, que marchó hasta la capital, ocupando sin
problemas los cuarteles y los centros de los sediciosos. Reunida de nuevo la
Asamblea Nacional, depuso al sultán Abdülhamid II acusado de haber estado
detrás de la intentona. En su lugar fue llamado al trono a su hermano Mehmed V.
El fracaso de la insurrección de 1909
introdujo un importante cambio en el régimen de los Jóvenes Turcos. El
contragolpe había sido organizado y dirigido por jefes y oficiales del III Ejército,
fueran o no militantes del CUP. Este hecho iba a tener posteriormente un gran
protagonismo político, pues muchos oficiales, como el mismo Mustafá Kemal,
abogaron por una separación del ejército y la política, dando al CUP un
carácter mas civil. En realidad se había impuesto una especie de democracia vigilada
por el ejército, precedente del sistema político turco a lo largo del siglo XX.
7.- Guerra italiana. Guerra de los Balcanes.
El periodo parlamentario iniciado tras
estos acontecimientos tuvo como consecuencia la reforma de varios artículos de
la Constitución con el fin de restringir el poder del sultán y aumentar el de
la Cámara. Este nunca volvería a gobernar y sus funciones quedarían reducidas a
ratificar las decisiones del Gobierno y del Parlamento.
En esta situación, a comienzos de 1911
estallo una revuelta nacionalista en Albania, relacionada con las promesas de
autonomía prometidas por el CUP en los tiempos de común militancia clandestina,
exigiendo un autogobierno muy próximo a la soberanía. El gobierno cedió a
las pretensiones albanesas, pero para
entonces ya estaba en marcha una amenaza mucho mas grave, que se plasmó en
septiembre de 1911 cuando Italia se lanzó a ocupar el último resto del Imperio
Otomano en el Magreb: La costa de Tripolitania, actual Libia.
GUERRA ITALO TURCA 1911-1912 |
Este hecho tuvo un profundo impacto en
el mundo otomano, pues a diferencia de los Balcanes, este territorio estaba
poblado íntegramente por musulmanes, que no habían puesto nunca en duda la
soberanía otomana Esta situación actuó como aglutinante para defender los
territorios del Imperio, que muchos consideraban como un califato.
El ataque suponía una nueva
preocupación para la Sublime Puerta, pues una potencia menor se atrevía a
atacar en solitario al Imperio, sin que, nuevamente, los firmantes del Tratado
de Berlín hicieran nada para evitarlo, con la responsabilidad añadida de
demostrar que la Sublime Puerta era capaz de defender el mundo musulmán frente
a las agresiones del imperialismo europeo.
A pesar de que inicialmente el
gobierno de Roma consideraba la confrontación como una campaña limitada, no
tuvo mas remedio que poner en marcha todo su mecanismo de guerra para hacer
frente al ejército otomano, al que se habían unido los beduinos senusis. En la
primavera de 1912 llegaron a ocupar las islas del Dodecaneso, a un paso de la
costa de Anatolia, y su escuadra bombardeó los fuertes otomanos a la entrada de
los Dardanelos. Paralelamente se organizó un reparto de armas entre
montenegrinos y albaneses para atizar la guerra en los Balcanes.
En la capital del Imperio, las
victorias italianas provocaron una crisis en el nuevo régimen y también en el
CUP al que culpaban de una perniciosa influencia en el ejército. Estos se
vieron obligados a convocar nuevas elecciones para volver a modificar la
Constitución y restituir algunos de sus
poderes al sultán. Este ofrecimiento no podía ser rechazado por la oposición y
en abril de 1912 el CUP obtuvo 265 de los 275 escaños disponibles. Con todo, la
victoria no estaba muy consolidada y los altos mandos seguían apoyando a los
liberales de la oposición. Ante esta situación el sultán, utilizando sus
recuperados poderes, forzó en el mes de julio un cambio de gobierno que excluía
expresamente a los unionistas. El nuevo gobierno, con el consentimiento del
sultán, disolvió el Parlamento, apartando así al CUP del poder.
Pero los acontecimientos no dieron
tiempo a afianzar la situación, ya que en octubre la Sublime Puerta se vio
envuelta en una nueva y devastadora contienda destinada a liquidar los últimos
restos del Imperio en Europa.
A partir de acuerdos bilaterales,
serbios, montenegrinos, búlgaros y griegos habían tejido una agresiva alianza que
les preparaba para lanzar su ataque en cualquier momento. Ante la apertura de
este nuevo frente, la Sublime Puerta se vio forzada a firmar un tratado con los
italianos en Ouchy por el que perdían la Tripolitania y la Cirenaica y así los
últimos territorios del Imperio Otomano en África.
Representantes del Reino de Italia y del Imperio Otomano en Ouchy |
Los países balcánicos, aprovechando la
coyuntura favorable de la guerra ítalo-otomana, llegaron a una alianza en la
que llevaban tiempo trabajando, para atacar a la Sublime Puerta. Además, los
acuerdos de la Conferencia de Berlín,
habían saltado en añicos, pues nadie había hecho nada por detener a
Roma, que también había recabado el apoyo de las potencias europeas en su
pretensión expansionista.
La política de hechos consumados había
sentado importantes precedentes en el juego imperialista y la diplomacia rusa,
dolida tras el fracaso en la guerra ruso-japonesa y su posterior revolución,
vio la oportunidad de una expansión de su influencia en los Balcanes, ya que en
Extremo Oriente y Asia Central había quedado detenida, apoyando a búlgaros y
serbios para solucionar a su favor la cuestión macedonia.
Los ejércitos agresores, bien
equipados con armamento moderno y con varios frentes de ataque hicieron casi
imposible la defensa de las últimas provincias del Imperio en los Balcanes. Los
griegos tomaron varias islas del Egeo e interceptaban los refuerzos procedentes
de Anatolia; los búlgaros se dirigieron hacia la capital, a través de la
Tracia; los serbios avanzaban por Macedonia y el norte de Albania, enlazando
con los montenegrinos.
GUERRA DE LOS BALCANES |
A Constantinopla llegaban oleadas de
refugiados, donde las luchas políticas se desataban en medio del desastre. El
CUP pedía colaborar en un gobierno de coalición a lo que se negaban los
liberales y los militares apolíticos. Ante la dimisión del gobierno, el sultán
nombró a Kamil Pasa, hombre con experiencia en anteriores puestos durante la
época de Abdülhamid II, que utilizó sus contactos con Gran Bretaña para
solicitar ayuda en la defensa de la ciudad y proponer un armisticio temporal
para negociar la paz. Las negociaciones se abrieron en Londres con la mediación
del subsecretario de Asuntos Exteriores británico. Pero los unionistas,
temiendo que el gobierno efectuase demasiadas concesiones en el tratado,
efectuaron lo que se conoce como el “Golpe de la Sublime Puerta”, en el que un
grupo de militares del CUP, encabezados por Enver Pasa, uno de los militares
afectos al Comité desde sus orígenes en Salónica, entraron a punta de pistola
en la residencia del Gran Visir y obligaron a Kamil Pasa a dimitir. Era enero
de 1913.
La intención de este golpe era en
principio patriótica y no totalitaria. El sultán organizó rápidamente un nuevo
gobierno a cargo de un militar neutral y
apolítico, como Mahmud Sevket Pasa. El objetivo del nuevo gobierno era salvar
la mayor parte de la Tracia y fundamentalmente Edirne. La guerra produjo un
durísimo golpe a las arcas del Imperio, pues los ingresos procedentes de los
Balcanes habían cesado y un gran número de refugiados, heridos y mutilados
procedentes de dicho territorio debían ser atendidos.
Tras un breve periodo diplomático en
Londres, en el que los otomanos intentaron ganar algo mas de tiempo, en febrero
de 1913 los búlgaros reanudaron las hostilidades uniéndose enseguida el resto
de sus aliados. Finalmente cayó Edirne y Mahmud Sevket aceptó un nuevo
armisticio. El 9 de junio se firmó el Tratado de Londres que significaba la
perdida de todos los Balcanes y la Tracia.
En la capital de Imperio se respiraba
una profunda amargura. Se había perdido un territorio que colocaba a
Constantinopla en una ciudad casi de frontera, y en la que reinaba un caos
absoluto. En Gran Visir fue tiroteado y asesinado de camino hacia la Sublime
Puerta y como respuesta se produjeron detenciones de líderes políticos de
varios partidos y sospechosos de haber participado en el atentado. Pero
nuevamente, un hecho inesperado volvió a colocar al CUP en posición dominante.
A finales de junio, una discusión
entre los vencedores sobre la disputa del botín tomado a los otomanos hizo que
Bulgaria atacara por sorpresa a sus antiguos aliados serbios y griegos.
Macedonia era la pieza codiciada por todos y Serbia quería obtener a toda costa
una salida al mar, que el Tratado de Londres le negaba. A esta situación se
unieron los rumanos a fin de conseguir los territorios que no habían obtenido
con su neutralidad anterior.
A los otomanos se les presentó una
oportunidad inigualable para recuperar Tracia Oriental y Edirne. Los hombres
fuertes del CUP apostaron por lanzarse a su rescate aprovechando la confusión.
La operación se realizó casi sin disparar ni un tiro y por el nuevo Tratado de
Bucarest, en agosto recobraron los territorios europeos que se mantienen hasta
tiempos actuales.
Este éxito fue capitalizado por el CUP
que aprovechó para ejercer el poder en la sombra aunque el gran visir Said
Halim Pasa era el líder nominal del gabinete. El organigrama y la
administración del estado fueron racionalizados, y el sistema fiscal
reestructurado permitiendo el inicio de un vasto programa de obras públicas que
convirtió a la capital en una moderna ciudad europea. Pero la gran innovación
de este periodo fue la rápida secularización del estado, que incluyó la
relegación de las diversas formas de influencia religiosa en la política y las
instituciones.
Estas transformaciones reflejaban que
el CUP ejercía el poder el solitario y el régimen derivaba hacia un
“autoritarismo ilustrado”, que tendría su continuación natural hacia el
kemalismo. Pero antes de su llegada, Europa entera y por ende la Sublima
Puerta, tendría que sufrir el horror de la Gran Guerra.
CAPÍTULO
2
Derrota
en la Gran Guerra y rebelión nacionalista.
1.-
La Gran Guerra
Cuando estalló la Gran Guerra, en
agosto de 1914, Bosnia-Herzegovina ya había separado definitivamente su destino
al del Imperio Otomano y por tanto, los hechos allí acaecidos no afectaban directamente
a sus decisiones. La opción de ir a la guerra era perfectamente evitable y de
hecho, durante algunas semanas pareció que así iba a suceder. Las causas reales
que llevaron a tomar tan crítica decisión permanecen, aún hoy, oscuras e
indeterminadas. La excitación y turbación que sacudía Europa en aquellos días tuvo
un papel importante. Entre los países que no formaban parte de las grandes
potencias se generaba la sensación de que el resto de neutrales debía alinearse
forzosamente con unos o con otros. Permanecer en la neutralidad podía ser una
mala opción ante el bando vencedor, cualquiera que fuese.
Ante esta disyuntiva, Enver Pasa,
nominalmente Ministro de la Guerra, pero en realidad hombre fuerte del
gobierno, argumentó que situarse del lado de la Entente (Francia, Gran Bretaña
y Rusia) era una mala elección debido a la presencia rusa en ese bloque,
teniendo en cuenta además la permisividad con la que habían actuado hasta la
fecha las grandes potencias a la hora de delimitar sus territorios. Era de
esperar que la primera solicitud fuera el libre paso por los estrechos o
incluso su control directo, lo que supondría un grave riesgo para el territorio
otomano teniendo en cuenta los intereses británicos y franceses en el Próximo
Oriente.
ENVER PASHA |
Desde ese punto de vista, Alemania
parecía menos peligroso dada su lejanía o sus escasos intereses en la zona.
Además, desde mediados del siglo XIX los asesores militares prusianos venían
desempeñando un importante papel en el adiestramiento y modernización del
ejército otomano. Por otra parte, Alemania comenzó la guerra con grandes éxitos
estratégicos en Francia y Rusia.
Hay también historiadores, como A.L.
Macfie, que sostienen la gran influencia que en esta decisión tuvo la figura de
Alexander Helphand, alias Parvus, uno de los impulsores de la revolución rusa
de 1905. Este ruso, de origen judío, que
fue sentenciado a tres años de destierro en Siberia por actividades
antigubernamentales, escapó de su cautiverio, pasando por Alemania para recalar
finalmente en el Imperio Otomano. Allí se hizo con una importante posición
económica y se convirtió en persona de gran influencia sobre varios líderes del
CUP. Usó su situación para proclamar que el camino hacia el socialismo pasaba
por la destrucción del Imperio Ruso. Esta opinión le llevó a apostar por el
poder militar alemán como forma de aniquilar a Rusia en 1914.
Parece que este criterio fue el
asumido también por Enver y los intervencionistas en favor de los estados
centrales, que en el fondo albergaban cierta esperanza de ampliar el Imperio
integrando a los turcos de Asia Central a costa del Imperio Ruso.
Pero en contra de tales expectativas
jugaban otros factores. El ejército otomano no estaba preparado para una guerra
de tal envergadura, Las malas comunicaciones impedían una rápida movilización
de las tropas, mermando su capacidad estratégica. Además su economía no
mantenía las condiciones para soportar una guerra de ese calibre. Tras las
desastrosas consecuencias de las Guerras Balcánicas, apenas contaba con una
industria propia, pues su territorio había mermado en poco tiempo un 32 % y su
población un 20%, además de provocar su colapso financiero.
Otro importante factor tenido en
cuenta para ponerse finalmente de lado de los países centroeuropeos era el
resultado negativo que habían tenido tanto británicos como rusos en sus
recientes confrontaciones. La Guerra de los Boers para Gran Bretaña por un lado
y la Guerra ruso-japonesa por otro. Por parte de la Entente se tenía también en
cuenta la incapacidad otomana en la Guerra de los Balcanes.
Pero la Sublime Puerta demostró no ser
un adversario fácil, capaz de poner en dificultad al Imperio Ruso e infligir a
los británicos una de las derrotas mas sonadas de la Gran Guerra, superando con
creces su rendimiento al de su aliado, el Imperio Austro-Húngaro. Como muestra
basta mencionar la batalla de Gallipoli, en la que las tropas otomanas estaban
comandadas por un tal Mustafá Kemal.
MUSTAFA KEMAL EN GALLIPOLI |
No obstante, el mismo error de
minusvaloración cometido por los británicos respecto al ejército otomano, fue
cometido por estos respecto al ruso. Los otomanos lanzaron una ofensiva a
través del Cáucaso en pleno invierno de 1914, cuyos devastadores resultados
dejaron su poder militar seriamente dañado, acción que junto al intento de
tomar el Canal de Suez, puso de relieve que el ejército otomano no estaba en
condiciones de lanzar grandes ataques, sino de adoptar una estrategia
defensiva. Por otro lado, el Imperio Otomano fue la única potencia contendiente
que tuvo que hacer frente a una guerra de insurgencia en su propio territorio, a
causa de los levantamientos nacionalistas de árabes y armenios.
2.-
Revuelta armenia y árabe.
La presencia de una minoría armenia en
el seno del Imperio Otomano comienza ya en el siglo XV manteniéndose intacta
durante tres siglos, hasta que la Guerra Ruso-Turca de 1828 dividió el
territorio armenio en dos partes. La parte oriental fue cedida al Imperio Ruso
mientras que la parte occidental continuaba bajo dominio otomano. Las
relaciones entre la comunidad armenia y las autoridades otomanes eran muy
conflictivas a lo largo del último cuarto del siglo XIX. La creación de la gran
Bulgaria durante el Tratado de San Stefano y la posterior Conferencia de Berlín
hacía inviable el apoyo a una Armenia independiente, pues las potencias
occidentales no deseaban incrementar la influencia ni de rusos ni otomanos en
la zona.
Este rechazo supuso que el
nacionalismo armenio se desarrollase con una gran amargura, ante lo que ellos
creían un abandono por parte de las potencias firmantes del Tratado de Berlín.
La delegación armenia a la Conferencia, estaba encabezada por el patriarca de
Constantinopla, Mgrditch Kirimian, que mas tarde proclamó una encíclica en la
que pedía el apoyo a las posturas nacionalistas mas extremas. Tanto en territorio ruso como en territorio
otomano se formaron entonces grupos de insurrectos que emularon la acción de
anarquistas y nacionalistas de diversas partes de Europa, además de rebelarse
contra el pago de impuestos en zonas rurales
o efectuar ataques organizados por grupos aislados.
Caricatura de la época en referencia a los intereses británicos en la actuación del Imperio Otomano respecto a los armenios |
Su alejamiento geográfico de la
capital hizo que la represión de dichas revueltas fuese encargada a
contingentes formados entre los habitantes de la parte oriental de la península
de Anatolia. Se formaron los llamados “escuadrones hamidianos” compuestos principalmente
por caballería kurda. En el ambiente de la autocracia hamidiana y en parajes
aislados, esta táctica contrainsurgente adquirió muchas veces perfiles de
brutalidad salvaje, que ejercían a veces los propios civiles musulmanes,
víctimas de ataques anteriores o fuerzas irregulares kurdas, dirigidas mas por
funcionarios locales que por orden directa de Constantinopla. Las peores
matanzas ocurrieron a partir del otoño de 1895 como respuesta a diversas
sublevaciones: La revuelta de Van; el levantamiento de Sasun; la rebelión de
Zeytun. Esta situación provocó violentas protestas, planeadas para llamar la
atención de la comisión investigadora internacional.
Durante estos años, en la parte rusa
el número de armenios se había incrementado debido a dos guerras con Irán y el
avance hacia el Cáucaso. El pueblo armenio había prosperado notablemente a lo
largo de los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, de forma que
constituía un grupo de profesionales de diverso género: Comerciantes;
militares; funcionarios.
Nada mas comenzar las hostilidades, en
noviembre de 1914 comenzaron a producirse incidentes en las tropas otomanas del
Cáucaso, hasta que en abril de 1915 unidades de insurgentes, con armamento
moderno suministrado por los rusos, lograron tomar la ciudad de Van. A raíz de
esta acción, Enver Pasa, en calidad de jefe del Estado Mayor otomano,
estableció una directiva por la que los armenios constituían un peligro para el
esfuerzo de guerra y fijaba un plan para evacuar la población civil de Anatolia
Oriental a Irak. Se estableció que los deportados debían ser escoltados y
protegidos hasta los lugares de reasentamiento
y tratados con consideración.
Sin embargo, los excesos y las
masacres comenzaron casi inmediatamente. Los encargados de escoltar a los
civiles eran tropas irregulares de
kurdos o circasianos; civiles armados o miembros de la unidad paramilitar Teskilat-i Mahsusa, (Organización
Especial), controlada por el Ministerio del Interior. Su implicación en las
masacres de población armenia hace sospechar que no se trataba de un plan
organizado por el gobierno otomano, extremo en el que los nacionalistas
armenios han venido insistiendo.
En lo que a los árabes se refiere, habían
permanecido fieles al Imperio durante la mayor parte de la guerra, formando
parte del Cuarto Ejército o peleando codo con codo con los turcos en Gallipoli.
A pesar de la mitificación de la figura del militar y arqueólogo británico
Lawrence de Arabia como caudillo de la rebelión árabe contra la Sublime Puerta,
parece que los motivos reales son mas prosaicos. Las ambiciones personales del jerife
de La Meca, Husayn, y el generoso dinero desembolsado por los británicos parece
ajustarse mas a la realidad. Husayn estuvo negociando a dos bandas con otomanos
y británicos con el fin de sacar el mayor partido de ambas partes, pero la
paciencia de Enver se agotó y la noticia de que una fuerza otomana pasaría por
su territorio para dirigirse a Yemen, fue interpretada como un castigo del
gobierno de Constantinopla, lo que le llevó a decidirse por los británicos,
desencadenando la revuelta en junio de 1916. Husayn habría obtenido cincuenta
mil libras en oro para armar a sus tropas en los primeros momentos y hasta dos
millones en el primer año de la revuelta. No es de extrañar que los beduinos
conocieran a T.E. Lawrence como “El hombre con el oro”.
T,E.LAWRENCE |
Inicialmente la revuelta árabe no
cosechó muchas simpatías en el mundo islámico. Existía un importante recelo
hacia los británicos y sus intenciones respecto a los Santos Lugares del Islam,
así como hacia la figura de Husayn. De hecho en la misma ciudad de La Meca la
mayoría de sus habitantes seguían siendo pro otomanos seis meses después del
estallido de la revuelta. Como sustento del régimen hachemí, la Royal Navy
controlaba las costas del mar Rojo y estaba en disposición de desembarcar
armas, asesores o tropas regulares para apoyar el esfuerzo militar árabe, por
lo que negarse a colaborar suponía un bloqueo de suministros y alimentos, algo peligroso en esos momentos
en los que la peregrinación a La Meca había descendido notablemente a causa de
la guerra.
El apoyo prestado por la Entente y las
promesas realizadas, hizo que las aspiraciones personales de Husayn fueran
subiendo de tono. Este pensaba de hecho en ponerse a la cabeza de un imperio
que debería incluir toda Arabia, y el Próximo Oriente, con Siria, Líbano,
Palestina e Irak.
Dada la deriva de los acontecimientos,
Paris y Londres se pusieron de acuerdo en secreto para efectuar un reparto
preventivo del Próximo Oriente, por lo que firmaron el Tratado de Sykes-Picot
en diciembre de 1915, con el beneplácito de San Petersburgo, que aprovechó para
incluir a su favor la mitad oriental de Anatolia, firmando el documento en mayo
de 1916. Por si algo faltaba, en el Tratado se incluía que Palestina seria
gobernada por un “Condominio Aliado”, cuya situación final se decidiría al
final de la guerra. Esto se debía al asentamiento en la zona de unos noventa
mil colonos judíos.
La firma del Tratado de Sykes-Picot,
efectuada mas de dos años antes del final de la Gran Guerra, ponía de
manifiesto que el expolio del Imperio Otomano era uno de los objetivos bélicos
mas claramente definidos, pero todo pareció venirse abajo con la Revolución
Rusa. La caída del zar Nicolás II en marzo de 1917 hizo que el nuevo gobierno
denunciara públicamente los acuerdos imperialistas relativos al territorio
otomano.
Estos acontecimientos hicieron que el
nuevo primer ministro británico Lloyd George, de notables sentimientos anti
otomanos, se apresurase a cambiar los términos del acuerdo, ante la ya evidente
ausencia de Rusia, para darle a Gran Bretaña el definitivo control del
territorio, en perjuicio de Francia. En esta situación, fue cuando el
secretario de estado británico Arthur J. Balfour dio a conocer la Declaración
que lleva su nombre, por la que veía favorable la creación de un hogar nacional
para el pueblo judío en Palestina. Así fue como uno de los argumentos usados
por los sionistas como pieza fundamental para la creación del estado de Israel,
con el apoyo de la comunidad internacional, es en realidad un documento
redactado ex profeso equívocamente, pues su intención final era otra: Apartar a
Francia del control de la zona.
La salida de Rusia de la contienda
supuso un alivio para la Sublime Puerta en relación al territorio de Anatolia.
El Tratado de Brest-Litovsk firmado entre alemanes y las nuevas autoridades
bolcheviques en marzo de 1918 suponía una renuncia definitiva por parte rusa a
los territorios de Anatolia Oriental. Alentados por el cese de la presión en esa
parte de su territorio, el ejército otomano dirigió una ofensiva sobre
Transcaucasia para proteger a los habitantes musulmanes de la zona, por lo que
firmaron sendos acuerdos con georgianos, armenios y azeríes, que dio luz verde
a la creación de una República de Azerbaiyán.
Estos hechos produjeron una grotesca
situación en la zona, pocos meses antes de la finalización de la guerra. Los
alemanes consideraban aquel territorio como de influencia propia e instaron a
los otomanos a que no traspasaran las fronteras orientales del Imperio. Por
otro lado, y debido a las reservas petrolíferas de la zona, también rusos y
británicos pretendían el control del Transcaucaso, lo que dio lugar a que los
bolcheviques, con ayuda militar británica y apoyo diplomático alemán,
resistieran los ataques otomano-azeríes sobre Bakú.
Pero la Gran Guerra tocaba a su fin y
en julio de 1918 en el frente occidental los alemanes comenzaban a batirse en
retirada. En septiembre, los británicos lanzaron su ofensiva final sobre
Palestina en colaboración con los rebeldes árabes, que les llevaron en octubre
hasta Damasco. Al mismo tiempo, un aliado decisivo como Bulgaria arrojaba la
toalla. Desde ese momento quedaban aislados del Imperio Austro-Húngaro y de
Alemania. Para entonces se completaba la ocupación de Siria, tras Líbano y
Palestina. Los aliados se acercaban a las proximidades de Anatolia.
El gobierno otomano se vio obligado a
pedir el armisticio. El ministro de Marina, Huseyin Rauf Orbay se trasladó a la
isla de Lemnos y tras tres días de discusión se firmó en el puerto de Mudros la
rendición. Era el 30 de octubre de 1918. El “hombre enfermo de Europa” acababa
de morir.
3.-
Armisticio de Mudros y Tratado de Sevres.
En julio de 1918 había muerto de un
ataque cardiaco el sultán Mehmed V. Le sustituyó su hermano Mehmed VI. Fue el
último sultán de la dinastía otomana, y aunque su reinado oficialmente duró
cuatro años, en realidad solo fueron cuatro meses, hasta el final de la guerra.
Los británicos, cuyos intereses en la
zona eran primordiales, fueron los encargados de que se realizaran con
prontitud los acuerdos plasmados en Mudros. Los estrechos quedarían francos a
la navegación aliada; sus fuertes desarmados y los campos de minas,
neutralizados. Las tropas inglesas tomaron el control de ambas márgenes del
Bósforo y los Dardanelos y los puertos quedaban abiertos a los barcos de la
Entente. El ejército otomano seria desmovilizado y todos los prisioneros
liberados.
En el aspecto territorial, el sultán
debía renunciar a todas sus posesiones con excepción de Anatolia, sobre la que
se reservaban el derecho a ocuparla en caso de amenaza para la paz. Este extremo
estaba especialmente reservado para las provincias de población armenia.
El espíritu de Mudros se recogería año
y medio mas tarde en el Tratado de Sevres. En él se haría patente el diferente
trato aplicado por los vencedores sobre los viejos imperios multinacionales o
sobre los estados nacionales. Para Alemania y Bulgaria las pérdidas
territoriales fueron limitadas, sin embargo tanto para el Imperio Otomano como
para el Austro-Húngaro el desmembramiento fue total.
Pero una vez finalizada la guerra,
había que cerrar la maraña de acuerdos firmados por los británicos con unos u
otros aliados a lo largo de la contienda. Esto no resultaría nada fácil, pues
ahora todos los países que habían participado en la victoria reclamaban sus
derechos. Así, los franceses reclamaban la orilla norte de los estrechos y
algunas ciudades del sudeste de Anatolia; los italianos puertos como Marmaris y
Antalya en el sur y la importante ciudad de Izmir, que los británicos tenían
“reservada” para satisfacer las ambiciones griegas en Anatolia, en pleno
delirio nacionalista, liderado por el primer ministro Eleftherios Venizelos. En
la parte oriental de la península las reclamaciones territoriales también
menudeaban. Kurdos, georgianos y azerbaiyanos disputaban a los armenios partes
de las provincias turcas, mientras que Irán reclamaba regiones del Cáucaso.
Ante este guirigay, los aliados
perdieron el interés de convertirse en árbitros de las reclamaciones
jurisdiccionales. La única excepción, por el lado británico, era la
construcción de un cordón defensivo sobre sus posesiones en Oriente Medio y el
Mediterráneo oriental y dada la antipatía de Lloyd George hacia turcos y
franceses, Grecia se ponía a la cabeza de sus preferencias.
Posteriormente, en plena guerra
greco-turca, se publicó el Tratado de Sevres, por el que el gobierno otomano
debería aceptar la derrota en la Gran Guerra. Además de las consabidas
restricciones de ejército y armamento, el Tratado suponía la pérdida por parte
del estado otomano de la capacidad de ejercer una política económica propia,
pues una comisión aliada debería supervisar los presupuestos, la deuda pública,
la fiscalidad, aduanas, moneda y crédito.
Grecia se llevaba la parte del león,
en el nuevo reparto territorial: Tracia oriental, hasta solo 40 kilómetros de
Constantinopla; Izmir y sus alrededores y todas las islas turcas del Egeo, a
excepción del Dodecaneso que quedaba en poder de Italia. Armenia era reconocida
como nuevo estado en aplicación de la doctrina Wilson y los estrechos quedaban
sujetos a la administración internacional. Pero el Tratado no llegó a entrar en
vigor, al no ser ratificado por las partes firmantes.
4.-
Guerra de independencia turca.
A diferencia de lo sucedido en otros
estados, como Alemania y Austria, la derrota militar en la Gran Guerra no
supuso para el Imperio Otomano un cambio de régimen político. Los vencedores
permitieron la continuidad del sultán, que mostró una actitud abiertamente
colaboracionista. El CUP fue disuelto y se inició la detención y juicio de
responsables de crímenes de guerra a iniciativa de los vencedores, creando un
nuevo precedente en contra de los otomanos, pues no ocurrió nada similar con el
resto de los vencidos.
Pronto aparecieron nuevas formaciones
políticas, y aunque el CUP era en teoría ya historia, los unionistas seguían
siendo mayoría en el Parlamento en el seno de los nuevos partidos creados. El
temor a perder el control hizo que el sultán disolviese la Cámara y el Gobierno
actuase por decreto.
Aunque la actitud de la población era
de total hundimiento moral, en pocos meses se extendió un ambiente de creciente
oposición. Existía un gran antagonismo hacia los invasores extranjeros, sobre
todo por una parte del ejército regular otomano que se encontraba desde el
final de la guerra en el interior de Anatolia y que, a comienzos de 1919 nadie
se había ocupado de desarmar, en cumplimiento del armisticio de Mudros.
En la primavera de 1919 el premier
británico Lloyd George decidió jugar la carta griega. En el mes de mayo, navíos
ingleses, franceses y norteamericanos desembarcaron una división griega al
completo en el puerto de Izmir. Poco tiempo después las tropas griegas ya
habían sobrepasado el perímetro previsto por los aliados. El resultado fue una
masacre sobre la población civil turca y la huida de mas de un millón de
refugiados. Esta inesperada irrupción
despejó todas posibles dudas de los turcos: Los vencedores no estaban aplicando
los idealistas principios proclamados por Wilson y además estaban usando a los
griegos para que les hiciera el trabajo sucio.
La llegada de los griegos a Izmir,
marcó la entrada de Mustafá Kemal por la puerta grande en la historia turca. Cuatro
días después desembarcaba en Samsun, puerto del Mar Negro en el norte de
Anatolia a bordo de un cascarón que apenas se mantenía a flote llamado
Bandirma. Procedía de Constantinopla y su misión era, como Inspector General
del IX Ejército, supervisar el licenciamiento de las tropas solicitado por las
autoridades militares de la Entente, con el consentimiento de Mehmed VI, que
sabía de sus ambiciones políticas y su papel de cabecilla entre los militares,
alejándolo así de la capital.
BUQUE BANDIRMA |
Pero Mustafá Kemal no perdió el
tiempo. Se puso a organizar una estructura política que diera soporte civil e
institucional a la labor de resistencia. El 22 de junio de 1919, con la
denominada Circular de Amasya, se levantó la bandera de la rebelión contra la
ocupación extranjera. En este documento, firmado por él junto a otros militares
y políticos, se denunciaba que la unidad e independencia de la patria estaban
en peligro, y que el gobierno del sultán no podía hacer frente a su
responsabilidad. Se convocaba un “comité nacional”, libre de influencias
extranjeras en la ciudad de Sivas, precedido por otro para los representantes
de las provincias orientales, en Erzurum.
El Congreso Nacional de Sivas acogió a
los representantes de cada una de las provincias de Turquía, y se celebró en
esa remota ciudad del interior de Anatolia por ser el lugar mas seguro, entre
el 4 y 11 de septiembre de 1919. Es considerado como el acontecimiento
fundacional de nuevo régimen nacionalista turco, que se negaba a aceptar el
reparto impuesto por los vencedores y las ambiciones territoriales griegas.
ASISTENTES AL CONGRESO DE SIVAS- EN EL CENTRO MUSTAFA KEMAL ATATÚRK |
Los ingleses entendieron que la
situación se les escapaba de las manos. Proclamaron la ley marcial en la
capital, derrocaron al Gran Visir, colocando uno nuevo afín y clausuraron el
Parlamento constituido recientemente tras nuevas elecciones ganadas por los nacionalistas.
Mientras tanto en Ankara, ciudad designada
por Kemal como sede del Comité de Representantes elegido en Sivas, al
considerar al sultán como prisionero de los ocupantes en Constantinopla, se
anunció que la nación turca establecía su Parlamento en la nueva capital, bajo
el nombre de Gran Asamblea Nacional. Era el mes de marzo de 1920.
Desde Constantinopla se respondió
declarando a Kemal y sus asociados como infieles y un tribunal militar les
juzgó en ausencia, condenándoles a muerte. Como respuesta, Ankara
proclamó como único gobierno válido en Turquía al Comité de
Representantes exhortando a que lo obedecieran sobre el de Constantinopla. La
ruptura se había consumado y en Turquía existían dos gobiernos.
Como consecuencia de la división del
país, el denominado nuevo “Ejército Califal” estaba aún en sus inicios, y los
aliados, por medio de la Conferencia de San Remo, concedieron a los griegos
manos libres para que se extendieran por toda la Tracia Oriental. Pero la
ofensiva griega fue mas allá, llegando hasta Bursa, cuna del poder otomano, y
siendo frenados a las puertas de Constantinopla debido a las presiones aliadas,
destinadas a enfriar el entusiasmo griego, cada vez mas desorbitado.
Tras la disolución del Parlamento de
Constantinopla por los aliados, los diputados que consiguieron escapar se dirigieron
hacia Ankara. Allí se celebró en abril la sesión de la Gran Asamblea Nacional
con 100 parlamentarios de la capital y otros 190 de las provincias, en la que
Mustafá Kemal fue elegido presidente.
No obstante, la situación de Kemal no
era todo buena que podía desear. Aparentemente contaba con una amplia base de
apoyo político, pero entre sus seguidores primaban los intereses partidistas, y
predominaba el sentimiento de que el gobierno de Ankara era totalmente
provisional y al final de la guerra se efectuaría una remodelación total del
poder, abierta a todas las posibilidades.
Menudeaban además un gran número de
bandas armadas y ejércitos privados de las mas diversas opciones, que eran
manipulados por unos y otros. Hasta minorías étnicas y clanes formaron sus
propias fuerzas armadas. Los comunistas también formaban parte del inmenso y
heterogéneo puzle. Los bolcheviques necesitaban algún amigo entre los otomanos
que distrajera a las fuerzas aliadas que luchaban junto a los rusos blancos. A
partir de este contacto comenzó a llegar ayuda soviética a los nacionalistas.
El acercamiento a la Rusia soviética se institucionalizó y se establecieron
relaciones diplomáticas regulares. El gobierno de Ankara necesitaba
imperiosamente armas y dinero, además de ayuda para liquidar definitivamente el
frente oriental ante los armenios.
Es muy posible que este acuerdo de
conveniencias fuera uno de los factores que condujo a los nacionalistas de
Ankara a la victoria. Para las fuerzas de la Entente la cuestión turca había pasado
ya a segundo plano. Ni británicos ni franceses ni italianos querían embarcarse
en una nueva contienda después de los horrores de la Gran Guerra.
Pero los griegos, con la vuelta al
trono por segunda vez de Constantino I, que se veía a si mismo como nuevo
emperador bizantino, lanzaron en junio de 1921, una nueva ofensiva con el
propio rey y el gobierno desembarcando en Izmir. Para entonces tanto italianos
como franceses se habían descolgado de la aventura turca y Londres que no
estaba satisfecho con el regreso del rey a Atenas, comenzó a recortar
suministros y préstamos a los griegos.
En julio, los griegos lanzaron su gran
ofensiva sobre Ankara. Allí, Mustafá Kemal había recibido plenos poderes por
parte de la oposición, con el fin de truncar su carrera política si se producía
el desastre que pronosticaban.
El encuentro tuvo lugar a orillas del
rio Sakarya. Fue una batalla de desgaste por falta de medios de transporte,
peleando durante 22 días con sus noches, y termino con la retirada de los
griegos. Mustafá Kemal fue recibido triunfalmente en Ankara y nombrado Gazi, mismo título que habían recibido
Osman y Orhan, fundadores de la dinastía otomana.
En los meses posteriores, el ejército
kemalista se preparó para dar el golpe de gracia a los griegos, algo que veía
inevitable el resto de Europa. Mientras tanto, las potencias de la Entente
propusieron unas medidas destinadas mas a salvar la cara que a evitar la
debacle griega. Kemal afirmó que no se negociaría nada mientras tropas
extranjeras estuvieran el suelo turco. Finalmente, las unidades turcas entraron
en Izmir en el mes de septiembre.
A partir de la derrota griega, las
conversaciones de paz comenzaron en Londres, firmándose el Armisticio de
Mundaya (octubre 1922) por el cual los aliados se comprometían a restituir a
los turcos el control de Constantinopla, los estrechos y Tracia Oriental.
5.-
Tratado de Lausanne.
El Imperio Otomano era el único vencido
en la Gran Guerra que había podido rechazar un tratado elaborado por las
potencias de la Entente, e incluso habían impuesto sus propias fronteras
territoriales, expresadas en el Pacto Nacional de 1920. Tanto franceses como
británicos e italianos se vieron constreñidos a convocar una nueva conferencia
de paz. El lugar elegido fue la ciudad suiza de Lausanne y el comienzo se fijó
para noviembre de 1922.
DELEGACION TURCA AL TRATADO DE LAUSANNE |
Lausanne fue la confirmación
internacional de la victoria. Turquía consiguió allí su reconocimiento como
nuevo país, soberano e independiente. Esto supuso un importante revés en el
orgullo de los aliados y en especial de los británicos, pues la anulación del
Tratado de Sevres no se había producido por la acción de una potencia vencida,
como el Imperio Otomano, sino por un renacido movimiento nacionalista turco.
Las fronteras adjudicadas coincidían
en gran parte con las reivindicadas en 1920, pero de la cuestión territorial lo
que mas satisfizo a la delegación turca, que encabezaba Ismet Inönü, mano
derecha de Kemal, fue la devolución de Tracia Oriental de manos griegas y el
trazado de unas fronteras aceptables con ese país.
Pero, además de los problemas surgidos
en relación a los aspectos financieros e institucionales del tratado, que
provocó la ruptura de las negociaciones durante algunos meses, la conferencia
tuvo un capítulo oscuro: El intercambio de población entre Grecia y Turquía,
acuerdo realizado directamente entre Kemal y Venizelos y supervisado por la recién
creada Sociedad de Naciones. El resultado fue un inmenso traslado de población
de uno a otro país. Se manejan cifras cercanas a un millón cien mil griegos y
trescientos ochenta mil turcos, que creó una oleada de refugiados de difícil
asimilación, pues el criterio usado para la expulsión fue el religioso. Así,
musulmanes de lengua griega fueron a parar a Anatolia, mientras que cristianos
ortodoxos, que no entendían otra cosa que el turco terminaron en Grecia.
La delegación yugoslava en la
Conferencia de Lausanne tomó buena nota y en los años treinta intentaron
repetir la operación, proponiendo el envío a Turquía de la población musulmana
en Kosovo. Estos hechos se volverían a repetir en tiempo actuales, como la
Guerra de Secesión en los Balcanes de 1999 y la guerra de Bosnia entre 1992 y
1995.
CAPITULO
3
La
República Turca. Atatürk
1.-
Nacimiento de la República de Turquía.
Mustafá Kemal aprovechó la
convocatoria de la Conferencia de Lausanne para solucionar un conflicto interno
que le preocupaba: La dualidad de poderes existente en Turquía.
Las potencias convocantes de la
Conferencia cursaron una doble invitación para asistir a la misma: Una al
gobierno del sultán y otra al de Ankara. La única solución viable que encontró
Kemal era la abolición del sultanato y separar esa institución del califato,
que como cargo religioso, podría ser nombrado por la Gran Asamblea Nacional.
Este resolución debería ser votada en la Asamblea, y ante la posibilidad de que
los parlamentarios conservadores pudieran reaccionar creando problemas, Mustafá
Kemal pronunció un encendido discurso que acalló la respuesta de la oposición.
En Constantinopla el gobierno estaba
completamente aislado y dimitió tres días después. El sultán Mehmed VI se había
quedado solo y poco tenía ya que hacer. Las autoridades británicas que ocupaban
la ciudad lo sacaron a escondidas y lo embarcaron en un buque de guerra rumbo a
Malta y el exilio. Terminaba así, para siempre, el sultanato osmanlí en
noviembre de 1922.
Con la supresión del sultanato comenzó
un periodo de profundas transformaciones institucionales y políticas
constitutivas de la revolución kemalista. Los intentos del sultán para vetar a
Mustafá Kemal y sus correligionarios no dejaba otra salida que una evolución
política hacía el republicanismo. A pesar de que esta idea bullía ya en la
cabeza de Kemal desde hacía mucho tiempo, aprovechó el momento mas adecuado, en
plena euforia por la victoria y cuando se había convertido en salvador
providencial de los turcos, para ponerla en práctica.
Kemal había demostrado ser un
excelente militar y un gran diplomático, inspirador de un nuevo estilo a las
relaciones internacionales de su país, pero pronto iba a dejar muy claro que
era también un gran político, con un excelente sentido táctico al servicio de
sus ideas estratégicas.
En el intervalo de las negociaciones
de Lausanne, Kemal impuso la disolución de la Gran Asamblea Nacional y la
convocatoria de nuevas elecciones. A la vez, fundó un nuevo partido para la
ocasión: El Partido del Pueblo, con el fin de tener apoyo social y una base de
masas pues el grupo de fundadores de la nueva Turquía comenzaba a resquebrajarse.
En las nuevas elecciones de marzo de
1923 el Partido del Pueblo y su líder aclamado salieron victoriosos. Pero Kemal
no estaba dispuesto a dar tregua. En el mismo momento que las tropas de
ocupación evacuaron la antigua capital del Imperio, recuperando así totalmente
la soberanía nacional, se aprobaba una resolución para que la capital de la
nación fuese Ankara. Sus razones eran la menor vulnerabilidad que por su
situación estratégica tenía Constantinopla y desligarla simbólicamente del
sultanato y el califato.
Pero a finales del mes de octubre de
1923 Kemal tenía preparado un nuevo campanazo. La noche del 28 cenó con un
grupo de adeptos y los comunicó que al día siguiente iba a proclamar la
república. Él mismo, junto con Ismet, redactaron una enmienda a la Constitución
de 1921 que incorporaba la nueva definición del estado. El día 29 la propuesta
fue aprobada en la Gran Asamblea casi sin debate. A continuación Mustafá Kemal
fue nombrado presidente de la República de Turquía.
Pero quedaba un último problema que
solucionar para acabar con la ruptura definitiva de las viejas maneras otomanas
y preservar el nuevo nacionalismo turco. Ya en la cabeza de Kemal rondaba hacía
tiempo la idea de abolir el califato, pues temía que por esa vía sus opositores
intentaran traer de nuevo al sultán, pero como era habitual en él, esperó hasta
que la ocasión se presentase propicia.
La publicación de una carta en un
diario de Constantinopla, dirigida al primer ministro Ismet por dos prohombres
musulmanes indios, rogándole que el gobierno turco preservara el califato, provocó
una enérgica reacción gubernamental que llevó a prisión al director del
periódico acusado de alta traición.
Kemal aprovechó para llevar a la
Asamblea varias propuestas de ley que acabarían con esta situación. Se votó la
prohibición de que los militares en activo se dedicaran a la política, para
evitar que buena parte de los disidentes, militares aunque ya sin mando,
provocaran una rebelión en las filas del ejército, efectuando al mismo tiempo
una reestructuración del Estado Mayor, apartándolo del gobierno. La abolición
del califato fue el asunto mas debatido en la Asamblea, pero también salió
adelante.
Con la abolición del sultanato y el
califato y la proclamación de la Constitución republicana de 1924 finalizó la
primera parte del programa kemalista para la construcción del nuevo estado
turco.
2.- Mustafá
Kemal “Atatürk”
¿Pero quién es Mustafá Kemal, el
hombre que fue capaz de transformar radicalmente su país hasta convertirlo en
una nación reconocida y respetada por los demás estados?
Mustafá, único nombre que se le
asignó, nació en mayo de 1881 en la Salónica del Imperio Otomano, hijo de un
modesto funcionario de aduanas, que probó también suerte como tratante de
maderas. Su prematura muerte dejó a la viuda y sus dos hijos en una situación difícil.
Un tío agricultor en las afueras de la ciudad se hizo cargo de la familia.
Parece que el joven Mustafá era un chico
trabajador e inteligente, bien dotado para las matemáticas. A pesar de que su
madre quería hacer de él un maestro formado en la tradición coránica, Mustafá
se sentía atraído por la carrera de las armas, entrando en la Escuela Militar
de Salónica y posteriormente en la Escuela de Cadetes de Monastir en la actual
Macedonia. Allí permaneció durante tres años para marchar a la Escuela de
Guerra de Constantinopla y a la Academia de Guerra donde se formaban los
oficiales del Estado Mayor. De allí salió en 1905 con el grado de capitán.
Interesado en la política, era
insaciable lector de los ilustrados franceses y seguramente las ideas de
Voltaire, Montesquieu o Rousseau le hicieron abrazar pensamientos contrarios al
absolutismo, el clericalismo y a las tradiciones paralizantes e inútiles. En
1910 marchó a Francia para participar en unas maniobras militares en la región
de Picardie.
MUSTAFA KEMAL EN PICARDIE (cuarto por la derecha) |
A su vuelta fue encargado de
reorganizar la Escuela de Oficiales de Salónica, y para entonces su mente
pensaba ya mas como un político que como un militar. Pero a pesar de todo sigue
siendo soldado y cuando los italianos desembarcan en Trípoli en 1911 es enviado
a Libia, donde los italianos solo esperaban alguna escaramuza con los beduinos.
Pero el estallido de las Guerras Balcánicas hace que sea repatriado el ejército
de África y trasladado a los Balcanes. Allí también tuvo una destacada
actuación impidiendo el acceso de los búlgaros a la península de Galípoli y en
la toma de Adrianópolis, que fue capital del imperio antes de 1453.
Siendo agregado militar en Sofía ve,
no sin angustia, declararse la Gran Guerra. Insistió para que su gobierno no se
alineara con los Imperios Centrales, ya la nación se encontraba debilitada por
las guerras precedentes, pero a pesar de estar en contra, continuaba siendo un
hombre de guerra.
En los Dardanelos, donde Winston
Churchill había desembarcado su flota junto con divisiones francesas, hizo
abortar el ataque sorpresa sobre Ariburnu, haciendo huir a los aliados hacia
las colinas de Anafarta. Los franco-británicos tuvieron que ser reembarcados.
Su perdida en la península de Gallipoli había sido de 250.000 hombres.
Tras estos éxitos militares, su
prestigio iba en aumento, así que Enver, a la sazón Ministro de la Guerra, le
envió al otro extremo del Imperio a la cabeza del XVIº cuerpo de ejército para
combatir a los ruso-armenios en Van y Bitlis. De allí marchó a Hedjaz, donde la revuelta
árabe se había puesto en marcha, pero
allí las tropas otomanas estaban bajo mandato alemán. Sus desavenencias con Von
Falkenhayn, comandante de las tropas en Arabia, le hizo renunciar a su destino
volviendo a la capital.
Allí se le asignó la tarea de acompañar al príncipe heredero (el futuro
sultán Mehmed VI) en un viaje a Austria-Hungría y Alemania para visitar al
káiser Guillermo II. Aprovechó para visitar las líneas alemanas en el frente
occidental y llegó a la conclusión de que no tardando mucho los Imperios
Centrales perderían la guerra.
El nuevo sultán le asignó el mando del
VII Ejército en Palestina. Kemal llegó a Alepo en agosto de 1918 y pero el combate
en el Próximo Oriente no duraría mucho tiempo. En octubre de 1918 se firmó el
armisticio.
Poco a poco su pensamiento fue siendo
mas crítico hacia el sultanato y la influencia que sobre este ejercía el
gobierno alemán. Pero con el fin de la Gran Guerra, la desesperanza invadió al
pueblo turco. Sus antiguos territorios estaban destinados a convertirse en
protectorados franceses o británicos arrebatando a los turcos gran parte de
Anatolia.
Pero Mustafá Kemal mantenía
inquebrantables sus ideas y la fe en que los turcos lograrían finalmente su
deseo de ver libre de ocupación extranjera el suelo de su país. Pero era
necesario un último esfuerzo, un último sacrificio para que el éxito
apareciera.
Y finalizada la guerra, aparecieron
las circunstancias deseadas para llevar a la práctica su ideario. El sultán le
nombró inspector del IX Ejército, que aún permanecía sobre el suelo de la
región central de Anatolia, encontrando así su oportunidad para entrar por la
puerta grande en la historia de Turquía.
3.-
Kemalismo.
La ideología política
adaptada por la nueva Turquía estaba basada en el ideario personal de Mustafá
Kemal. Como cualquier régimen personalista (Peronismo, Castrismo, etc.) es
necesario un revestimiento ideológico que identifique
los principios en los que
se basa.
En este caso el kemalismo, kemalizm, está basado en seis conceptos
básicos denominados las Seis Flechas, Alti
Ok,. Estos seis pilares eran: republicanismo, secularismo, nacionalismo,
populismo, estatalismo y revolucionarismo.
Símbolo de las Seis Flechas del Kemalismo |
La primera de las Seis Flechas era un
principio básico e irrenunciable de Mustafá Kemal desde la instauración de la
República en 1923; el secularismo no implicaba la abolición de la religión,
sino su alejamiento de la vida pública y su traslado al ámbito privado; el
nacionalismo era el motor central del movimiento kemalista, y a lo largo de su
vida, Atatürk intentó darle mas relieve y profundidad; el populismo comprendía
la necesaria unidad nacional sobre los intereses de clase; el estatalismo fue
quizá uno de los preceptos mas discutidos ya que respondía a la idea de
kemalismo como régimen de partido único y el revolucionarismo hacía referencia
al apoyo a los grandes cambios introducidos por el kemalismo.
Y uno de los cambios mas relevantes
introducidos por Atatürk, vehículo del nuevo impulso nacionalista, fue la
creación de la Sociedad Histórica Turca en 1931 y la Sociedad de la Lengua Turca
al año siguiente, consagradas al estudio de la historia y lengua turcas, muy
descuidadas durante siglos por los otomanos.
Se abolió el alfabeto árabe,
cambiándolo por el latino y la lengua turca fue declarada oficial. El mismo
Atatürk trabajaba por su cuenta, con ayuda de un gran número de diccionarios
para buscar y difundir palabras netamente turcas.
ATATÚRK EXPLICANDO EL NUEVO ALFABETO TURCO |
La revolución cultural kemalista
incluyó también la reforma en la indumentaria destinada a seguir el ejemplo
europeo. Se promulgó una ley sobre la obligatoriedad de llevar sombrero y se
adoptó el calendario gregoriano en lugar
del de la hégira. El día de descanso semanal pasó a ser el domingo en
lugar del viernes. Se promulgó un nuevo Código de Trabajo, así como una ley
obligando a todas las personas a llevar un apellido. La Gran Asamblea Nacional
atribuyó a Gazi Mustafá Kemal el
apellido de Atatürk, el Padre Turco.
En el campo del derecho, se adoptó el
Código Civil suizo, sirviendo de modelo para el Código Penal, el vigente en
Italia. Los kemalistas se colocaron por delante de muchos países europeos en lo
relativo a los derechos políticos de la mujer. Entre 1930 y 1934 se publicaron
sendas leyes que permitían a las mujeres el derecho de voto y elegibilidad.
La mujer turca, que había llevado el
rostro descubierto antes del islam, volvía a sus costumbres seculares gracias a
los kemalistas y se retiró la prohibición de viajar juntos en los transportes a
hombres y mujeres.
A partir de 1935 la energía de Mustafá
Kemal Atatürk fue decreciendo, empleándose en resolver algunas cuestiones
diplomáticas, como la anexión a Turquía de la República de Hatay bajo control
francés en 1937.
Al año siguiente su salud se deterioró
claramente, víctima de una cirrosis hepática, hasta su fallecimiento en el
palacio de Dolmabahce, Estambul el 10 de noviembre de 1938.
OBRAS
BACQUE-GRAMONT, Jean
Louis; ROUX , Jean Paul. Mustafá Kemal
Atatürk et la Turquie Nouvelle. 1ª
edición. Paris. Editions
Maisonneuve et Larose. 1982.
DUMONT, Paul. Mustafa
Kemal 1919-1924 La memoire du siècle. 1ª edición. Bruselas. Editions
Complexe, 1983.
SALINGER, Menter. Origen, influencia y actualidad del
kemalismo. 1ª edición. Madrid. Ediciones del oriente y del mediterráneo.
1998.
VALLEJO, Sergio. La caída del Imperio Otomano y la fundación
de la República Turca: una visión española. 1ª edición. Madrid. Editorial
CEHRI. 2001.
VEIGA,
Francisco. El turco, diez siglos a las puertas de
Europa. 3ª edición. Barcelona. Editorial Debate. 2011.
REVISTAS
BAHAMONDE, Ángel. “La
Europa de la entreguerra”. En “Siglo XX
Historia Universal. Madrid. Editorial Grupo 16. 1983. Tomo 2. Pag. 7 a 54.
KARPAT, Kemal. “La
revolución turca”. En: Siglo XX Historia
Universal. Madrid. Editorial Grupo 16. 1983. Tomo 7. Pag. 79 a 98.
MARTINEZ CARRERAS, JOSE
U. “El mundo colonial”. En “Siglo XX
Historia Universal”. Madrid. Editorial Grupo 16. 1983. Tomo 1. Pag. 67 a
78.
TORRE, Rosario de la.
“Los problemas de la paz”. En: “Siglo XX
Historia Universal”. Madrid. Editorial Grupo 16. 1983. Tomo 7. Pag. 7 a 51.
RECURSOS
DE INTERNET
BUNES IBARRA, Miguel
Ángel de. El Imperio Otomano y la
República de Turquía: Dos historias para una nación. CSIC Madrid. Edita
Universidad de Salamanca. [consultado 31 de marzo de 2014]. Disponible en :
http://www.campus.usal.es/~ehe/Papers/Bunes
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