El emperador carlos v, a caballo, en mühlberg
Tiziano vecellio (hacia
1480-1576) Óleo sobre lienzo 3,35 x 2,83 m.
Madrid - Museo del Prado
La
acción
transcurre en Alemania, en una pequeña ciudad a orillas del Elba. Son las
primeras horas del día y en medio de una luz crepuscular y asomando por un claro del bosque aparece un
solitario jinete a lomos de un hermoso caballo castaño. Una tenue niebla envuelve
el ambiente. Los primeros rayos de sol se reflejan en su armadura dándole un
brillo resplandeciente. Su mirada, perdida en la lejanía parece escrutar ya su
próximo destino…
Así podría iniciarse
una de las miles de novelas históricas que inundan las estanterías de las
librerías… si la trama fuese la batalla de Mühlberg.
Es un “capolavoro”;
“masterpiece”; “chef d´oeuvre”;
“meisterstück”; una genialidad en todos los lugares del mundo. Es
difícil imaginar a cualquier persona que en presencia de esta obra, no se
sienta impresionada. La magnificencia y
majestuosidad del cuadro, su gran belleza y su elegante ejecución, hacen de él,
una obra maestra de gran transcendencia en la historia de la pintura y que
ejerce además como eje de la iconografía ecuestre, que tuviera en un extremo la
escultura de Marco Aurelio y en el otro los retratos realizados hasta Goya,
pasando por Rubens, Velázquez o Ranc.
La
idea
de encabezar una monarquía cristiana universal que mantenía el Emperador,
esbozada también por su primer canciller Gattinara, está reflejada
magníficamente en la obra. Manifiesta las dos tradiciones representativas mas
queridas en la corte carolingia: por un lado la idea de tradición cristiana del
“miles Christi et defensor Fidei” (soldado de Cristo y defensor de la Fe) y por otro su relación con el mundo clásico
como nuevo Cesar de la cristiandad. (Llegué, vi y Dios venció afirmó el
Emperador en recuerdo a Julio Cesar).
El cuadro de Tiziano
apuesta claramente por representar estos aspectos de forma resumida, a través
de un lenguaje marcadamente naturalista y rechaza el lenguaje alegórico
recomendado al respecto por Pietro Aretino, que le aconsejaba incluir imágenes
de la Fe y la Religión. Por esa razón el pintor se aleja evidentemente de
realizar referencias concretas a los aspectos de la batalla, en términos
geográficos, militares o contextuales, con la excepción de las citas directas,
referidas al Emperador, como el arnés, la armadura y la lanza, o de las
alusiones a otros diferentes aspectos narrados por la crónica oficial de Luis
de Ávila y Zúñiga
En la pintura de
Tiziano la expresión de la majestad del personaje está presente en cada
detalle. Una mirada triste, de expresión adusta y preocupada, que muestran la
imagen de un dignatario pacífico, en concordancia con la idea propagandística
que en ese momento se pretendía dar, son los verdaderos ejes emocionales del
cuadro, sin que sea necesario hacer una referencia directa a la batalla, pues
solo la elegante marcha del animal eleva al Emperador a la región donde habitan
los “héroes”.
Hay que tener en
cuenta, que unos años antes, en 1527, Carlos Emperador de la Cristiandad, se
había enfrentado a una coalición de estados católicos, encabezados por el
propio Papa, que creyó ver amenazados sus estados temporales y que su ejército
saqueó brutalmente la propia Roma, hecho que conmovió al mundo cristiano, y que
la propaganda imperial quiso justificar, consciente de lo que el saqueo
suponía, en la corrupción y vicios de la Iglesia y en defensa de un nuevo
cristianismo basado en la fe y en una Iglesia despojada de sus bienes y poderes
temporales.
El
hecho
que la obra conmemora es la victoria de Carlos V en la batalla de Mühlberg
sobre los príncipes alemanes coaligados en la Liga de Smalkalda, encabezados
por Juan Federico de Sajonia y Felipe I de Hesse, ocurrida el 24 de abril de
1547. Este conflicto tuvo su origen en la asunción de la reforma luterana por
gran parte de los estados alemanes, lo que desembocó en una confrontación tanto
política como espiritual, y sobre cuya solución, el Emperador se debatía entre
una política de guerra o de conciliación.
Felipe I de Hesse |
Federico I de Sajonia por Lucas Cranach |
A pesar de la victoria
militar sobre los protestantes, esta no se tornó decisiva para solucionar el
conflicto y años mas tarde el Emperador optó por negociar con ellos la paz
(Augsburgo, 25 de septiembre de 1555), estableciendo el principio de “cuius
regio, eius religio”1 lo que suponía renunciar a la unificación política y religiosa de
Alemania, renuncia que supondría el fin de la unidad de la cristiandad y el
fracaso de la idea imperial del Emperador.
Seguramente este hecho
determinaría su sorprendente abdicación (1556) y su decisión de retirarse a
Yuste donde moriría el 21 de septiembre de 1558.
El
encargo
de la obra fue encomendado probablemente a Tiziano por María de Hungría,
hermana del Emperador y gran coleccionista de arte, en cuyos inventarios aparece
citada, antes de pasar a su muerte en 1558, apenas un mes después de la de su
hermano, a la colección de su sobrino, el rey Felipe II. Desde ese momento la
obra se convirtió en una de las pinturas capitales de la colección real
española, expuesta habitualmente en el Real Alcázar de Madrid en un lugar tan
destacado como el Salón de los Espejos.
Aprovechando la
estrecha relación existente entre Carlos V y Tiziano, que se habían conocido
personalmente en Parma a fines de 1529, y al que siguió frecuentando en años
sucesivos, el pintor fue requerido en Augsburgo, aprovechando la estancia del
Emperador en dicha ciudad con motivo de la Dieta convocada en 1548 2 en la que se pretendía solucionar el problema
religioso con algunas concesiones a los protestantes.
Ayuntamiento de Augsburgo, con el escudo de los Habsburgo |
La estancia de Tiziano
en Augsburgo se prolongó durante 5 meses, de abril a septiembre. Dicha estancia
resultó muy fructífera, ya que además de ejecutar esta obra, realizó la
reparación de ciertos defectos en un retrato póstumo, hoy perdido, de la emperatriz
Isabel, esposa de Carlos ; un retrato del vencido en Mühlberg, Juan Federico de
Sajonia y varios retratos mas, perdidos en su mayoría, de la familia imperial.
1 “Según sea la del
rey, así será la religión del reino”. Término acuñado en 1612 por el jurista
Joachim Stephani .
2 “Dieta férrea” por la
presencia de los ejércitos imperiales apostados en los alrededores.
DOCUMENTOS CONSULTADOS
-Carlos V. La imagen
del poder en el Renacimiento-Fernando Checa Cremades. Ediciones El Viso 1999.
-El espejo del tiempo.
La historia y el arte de España-Juan Pablo Fusi y Francisco Calvo Serraller.
Editorial Santillana 2009.
-Tiziano y su recepción
en España. Tesis Doctoral- Matteo Mancini. E-prints complutense. U.C.M. 2010.
- Museo del Prado.
Enciclopedia online.
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