La Phillips Collection fue el "primer museo de arte moderno" que se creó en Estados Unidos. Fundada en la ciudad de Washington al termino de la Primera Guerra Mundial, por un joven coleccionista Duncan Phillips (1886-1966), fue consagrada desde su inicio a la idea de la modernidad, como un diálogo fructífero y abierto entre pasado y presente.
Desde que abrió sus puertas en 1921, se ha mantenido fiel a la voluntad de su fundador de que fuese "un museo íntimo combinado con un centro de experimentación". Esta filosofía le ha permitido convertirse en varias ocasiones en el primer museo en adquirir o exponer obras de artistas tan dispares como Bonnard, Braque, Soutine y O´Keeffe. Tiene también el honor de haber sido el primero en Estados Unidos en conseguir un autorretrato de Cezanne.
Duncan Phillips, que fue pionero en muchos sentidos, fue un apasionado del arte de su tiempo y confió en su instinto para detectar el talento y las grandes promesas. Fue así como reunió una colección de prestigio mundial. Especialmente inspiradoras resulta su mentalidad abierta y su generosidad, su búsqueda de la voz individual de artista y su convencimiento de que nos enriquece "ver tal y como ven los verdaderos artistas".
La exposición, distribuida en seis ámbitos temáticos que se articulan cronológicamente, refleja la evolución de la pintura moderna desde el siglo XIX hasta ya entrada la segunda mitad del XX.
1.- CLASICISMO, ROMANTICISMO Y REALISMO.
El arte europeo del siglo XIX puede entenderse como un diálogo constante entre los ideales clásicos, la imaginación romántica y el realismo de los hechos observados.
El clasicismo, para alcanzar el equilibrio y la claridad en la composición, buscaba lo intemporal y lo ideal a través de la conciliación entre contrarios. El romanticismo, en cambio, priorizaba el desequilibrio, la imaginación y la emoción, y valoraba al artista independiente porque explotaba lo nuevo y lo desconocido. El realismo, al centrarse en los hechos observables como remedio contra la naturaleza idealizada y el exotismo, se convirtió en el antídoto perfecto para el debate entre los partidarios del clasicismo y del romanticismo. La mayoría de los grandes maestros modernos combinaron en sus obras esos elementos, insistiendo mas en unos u otros. Las características distintivas de esa nueva manera de entender la pintura era la ausencia de acabados, la libertad de ejecución y la espontaneidad.
Honore Daumier - 1855 |
Honoré Daumier destacó como caricaturista, grabador y pintor en la época realista. Fue acusado de sedición y condenado a 6 meses de cárcel por realizar una caricatura del rey Luis Felipe I de Orleans, en la cual el monarca aparecía retratado como Gargantua, el glotón personaje de Rabelais.
En esta obra critica la supremacía de las clases altas sobre el pueblo, con las risas desenfadas de los jueces en primer término y el llanto de una mujer al fondo.
Vista del lago Nemi - Antoine Felix Boisselier 1811 |
Paisajista neoclásico, Boisselier empezó a pintar al aire libre durante un viaje a Italia. Sus estudios al oleo, como este cuadro, se basan en la observación directa de la naturaleza, una práctica que influyó notablemente en el paisajismo impresionista.
Representando el tumulto revolucionario en las calles de Paris durante la revolución de 1848 y el derrocamiento de la monarquía de Luis Felipe I de Orleans, Daumier pinta a la multitud alzada como un compendio de arquetipos sociales y concentra toda la energía de la escena en el hombre de la camisa blanca, que recuerda los fusilamientos de Goya, como símbolo de toda la indignación humana contenida.
2.- IMPRESIONISMO Y POST-IMPRESIONISMO
A mediados de la década de 1860 el realismo dio paso a los impresionistas franceses que preferían pintar escenas de la vida cotidiana o vistas urbanas o de paisajes trabajándolas al aire libre con una paleta luminosa y prismática. Para ellos era esencial plasmar la impresión y los reflejos de la luz. Sus composiciones, por otra parte, muestran la influencia del encuadre y de la asimetría propios de la fotografía y de los grabados japoneses. Hacia mediados de la década de 1880 una nueva generación de pintores franceses, denominados post-impresionistas, intentó superar el estilo anterior basado en la observación . Para aquellos artistas que cada vez mas hacían hincapié en la imaginación y en el uso expresivo de los colores, la naturaleza ya no era el resultado final sino el punto de partida. El cuadro dejó de ser una transcripción de la naturaleza para convertirse en una invención estética.
Autorretrato - Paul Cézanne 1878-80
Este autorretrato que Cézanne terminó hacia 1880, es decir, a los cuarenta años, es uno entre los mas de treinta que pintó. En este caso se encuentra impertérrito y su penetrante mirada llama la atención del que lo observa. Con la boca apenas esbozada, su aire circunspecto resulta de lo mas convincente. Para Duncan Phillips se podía equiparar a los de Rembrant, ejecutado vigorosa y libremente con una paleta oscura y restringida, y que revela el alma del artista, desafiante en su aislamiento intelectual.
La montaña Sainte Victoire-Paul Cézanne 1886
Esta es una de las numerosas vistas que Cézanne pintó de esta montaña, próxima a su casa de Aix en Provence. En este caso aparece enmarcada por unos pinos al fondo de un amplio valle. Para Cézanne los encuentros con este paisaje simbolizan su afan por crear nuevos equivalentes de las escenas arcádicas de los maestros franceses del siglo XVII Claude Lorrain y Nicolas Poussin. Aquí lo pintó desde Bellevue, la finca de su cuñado, empleando pinceladas rápidas y secas y colores luminosos para plasmar su sensación visual frente a la montaña.
El camino de Vétheuil-Claude Monet 1879
Monet utiliza manchas de color, pinceladas densas y una composición sencilla para representar el camino que va desde La Roche-Guyon a Vétheuil, a unos ochenta kilómetros al noroeste de París, donde se había trasladado con su familia a finales de 1877. Este es el último de una serie de cinco lienzos que representan la misma escena en diferentes condiciones atmosféricas y momentos del día. Monet captura la luz de un atardecer de otoño. Su casa aparece en el centro de la escena.
La nieve en Louveciennes - Alfred Sisley 1874
Bailarinas en la barra - Edgar Degas 1900
Este cuadro ofrece al espectador una vista entre bambalinas de las bailarinas, un tema recurrente en la obra de Degas. Pintado hacía el final de su carrera artística, se encontraba en su estudio en el momento de su muerte. Como muchas de las obras del artista, dedicadas a la temática del ballet, muestra la extrañeza formal de las posturas cuando las bailarinas se funden en un grupo. El gran tamaño de la pintura se corresponde con la contundencia de los intensos naranjas y azules complementarios y con la libertad de ejecución y la monumentalidad de su audaz composición de dibujo contra color. Debido a su mala visión por su edad, Degas extiende sobre el lienzo grandes manchas de color que con apenas un perfilado da volumen a la composición, como se aprecia en los tutús y la musculatura de la espalda de las bailarinas.
Casa en Auvers - Vincent Van Gogh 1890
En mayo de 1890, Van Gogh se trasladó del hospital psiquiátrico de Saint Remy, en la Provenza, donde había recibido tratamiento desde que se cortara la oreja en diciembre de 1888, a Auvers sur Oise, población situada a unos treinta kilómetros al noroeste de París. Este cuadro se realizó solo seis semanas antes de morir y forma parte de un conjunto de lienzos con trigales vacíos que realizó en esas últimas semanas. El horizonte alto, la llanura y el tratamiento texturizado del trigo no solo crean una atmósfera claustrofóbica sino que además evidencian la influencia del arte japones.
3.- PARÍS Y EL CUBISMO
A principios del siglo XX, París era la única ciudad europea en la que podía verse el arte mas novedoso, Artistas de toda Europa, como Picasso, acudieron a la Ciudad de la Luz, el único lugar donde la imaginación podía volar sin restricciones. Hacía 1910, Picasso y Braque dejaron de lado la perspectiva tradicional para crear un sistema pictórico completamente nuevo llamado cubismo. Los principios cubistas de la forma fragmentada y los puntos de vista diversos acabaron influyendo en pintores y escultores de todo el mundo. Se exploraron, ademas, nuevas formas de representación de la figura y se hallaron nuevas fuentes de inspiración en los museos etnográficos, donde la escultura tribal africana y el arte egipcio compartían una geometría expresiva simplificada de la que se apropiaron algunos artistas. Otros en cambio adoptaron una mirada mas sensual para seducir visualmente al espectador a través del color. En la sucesión de estas transformaciones, el mundo observable siguió siendo una fuente esencial de inspiración.
La habitación azul - Pablo Picasso 1901
Esta obra considerada como uno de los primeros ejemplos del denominado "periodo azul" de Picasso, se pintó en otoño de 1901 durante su segundo viaje a París. El suicidio en febrero del mismo año de su amigo Carlos Casagemas dejó al pintor malagueño lleno de dolor y tristeza, que refleja en las obras de este periodo el lado duro de la vida del artista: la miseria, la soledad y la desesperación. La escena tiene lugar en el estudio del artista en el Boulevard de Clichy. El desánimo y el cansancio que refleja la postura de la mujer tienen su correspondencia en el lenguaje del color del romanticismo, según el cual el azul significa anhelo espiritual. En la pared, sobre la cama, el cartel de May Milton creado en 1895 por Toulouse-Lautrec recuerda la deuda artística de Picasso.
Naturaleza muerta con periódico - Juan Gris 1916
Juan Gris interpreta el cubismo desde un punto de vista cerebral, concibiendo sus obras como una continuación de la historia del arte: "No puedo alejarme del Louvre. Mi método es el que siempre utilizaron los viejos maestros". Esta pintura reúne sus intereses modernos y clásicos. La paleta sombría remite a sus raíces españolas a su conexión con Zurbarán, mientras que los elementos tipográficos indican su interés por el collage.
Naturaleza muerta con uvas y clarinete -Georges Braque 1927
En la segunda mitad de la década de 1920 Braque revisó ideas basadas en el collage y en la superposición en capas de elementos pictóricos. La obra es el ejemplo especialmente logrado de esa estabilidad formal y compositiva, combinada con exquisitas armonías de colores trabajadas con una paleta austera, limitada y elegante. Utilizando motivos tomados del repertorio de sus primeras naturalezas muertas cubistas, Braque contrapone el naturalismo no ilusionista de determinados elementos a la abstracción de otros.
Mujer con sombrero verde - Pablo Picasso 1939
Picasso retrató a la artista surrealista y fotógrafa Dora Maar, su modelo y amante durante ocho años (1936-44). La representa con su accesorio mas emblemático: el sombrero. La expresión de Maar en este retrato, pintado en octubre de 1939, poco después de estallar la II Guerra Mundial, refleja la incertidumbre del momento.
Elena Povolozky - Amedeo Modigliani 1917
El fascinante retrato que realiza Modigliani de la artista francesa rinde homenaje a una mujer conocida por su generosidad. Elena Povolozky, que se había casado con un emigrante ruso, propietario de una galería de arte, ayudó a Modigliani y a otros artistas ofreciéndoles dinero y sustento. A cambio Modigliani le pintaría dos retratos en 1917. Esta es una obra sencilla y plana, que limita el modelado a partes muy concretas del rostro, como si estuviera tallado en piedra,pero que transmite perfectamente el cariño que el artista sentía por su protectora. Modigliani no pintaba los ojos de sus modelos pues sostenía que era necesario primero conocer profundamente su alma.
Notre Dame - Henri Rousseau 1909
Henri Rousseau, que empezó como pintor aficionado, decidió dedicarse de lleno a la pintura, dejando su trabajo como agente municipal de aduanas en 1893. Algunos jóvenes miembros de las vanguardias, como Picasso, dieron apoyo moral a este autodidacta, que murió un año después de acabar esta obra. La figura solitaria vestida de negro que observa el Sena podría ser el propio Rousseau. El carácter introspectivo y onírico de la pintura de Rousseau, que le confiere cierto aire naïf, es un reflejo de la melancolía parisina y la paleta de colores claros nos recuerdan a Corot, de quien era admirador.
El estudio del artista - Raoul Dufy 1935
El estudio representado en este gran cuadro, es el utilizado por Dufy durante cuarenta y dos años en el Impasse de Guelma, en Montmatre. Los rápidos esbozos de sus obras y los estampados textiles que pueden observarse en la pintura ponen de manifiesto las dotes del artista como decorador, diseñador y dibujante. La paleta y el caballete del primer plano están vacíos, puesto que ocuparía la obra cuyos colores son los favoritos de Dufy. A través del cristal de la ventana se funden el interior y el exterior. Dos años después de pintar este cuadro Duncan y Marjorie Phillips recibieron a Dufy en su casa de Washington.
4.- INTIMISMO Y ARTE MODERNO
A finales del siglo XIX en Francia se concebía la pintura como algo personal o íntimo, vinculada los sentimientos y la imaginación del artista. Dos de las figuras fundamentales que exploraron este terreno fueron Pierre Bonnard y Édouard Vuillard, tildados con frecuencia de "intimistas" por sus detractores. Los interiores domésticos que pintaron tienen una carga psicológica novedosa en el arte moderno y coetánea del nacimiento del psicoanálisis. En cuanto al tema tradicional de la naturaleza muerta, se convirtió en un instrumento para explorar nuevos lenguajes estéticos y artísticos, al margen de la función moralizante y simbólica que tradicionalmente había tenido como género. Los objetos que el artista elegía podían tener un valor o una importancia personales y presentaban una visión microcósmica del mundo a escala íntima. En muchos casos se observa una combinación de inventiva y vigor, en un enfoque que media entre la abstracción y la figuración.
Interior con cortina egipcia - Henri Matisse 1948
Henri Matisse pinto este cuadro a la edad de setenta y nueve años, y en el siguió demostrando su infinita capacidad de innovación. Esta extraordinaria pintura combina la energía salvaje que se apodera de algunos artistas cuando llegan a la vejez con elementos relativos al tema del crecimiento, muy habituales en su obra. La palmera, por ejemplo, es una referencia a la longevidad , la granada simboliza la fertilidad y en la negrura invernal de la cortina rebosan de vida los motivos rojos y verdes, y una punta de lanza como símbolo fálico.
El filodendro - Georges Braque 1952
Tras la II Guerra Mundial, Braque pudo al fin trabajar en su residencia de verano de Verengeville, en la costa normanda, donde tenía un jardín y una terraza. Allí surgieron nuevamente sus tendencias mas espontaneas, directas y pictóricas. El estilo alucinatorio de este cuadro transmite el carácter efímero del recuerdo o del sueño, al desdibujarse los límites entre las categorías opuestas (fuera/dentro, noche/día, realidad/imaginación).
La Riviera - Pierre Bonnard 1923
Esta obra refleja la pasión de Bonnard por el sur de Francia, donde pasaba temporadas trabajando prácticamente todos los años. Hacia 1922 se decantó por la localidad de Le Cannet, en el norte de Cannes. Este panorama muestra Le Cannet, su bahía y el macizo del Esterel en la distancia, con sol poniente. Duncan Phillips adquirió veinticinco obras de Bonnard, con lo que reunió la mayor y mas diversa colección de este artista en Norteamérica.
Desnudo en un interior - Pierre Bonnard 1935
El desnudo en el acto de asearse fue uno de los temas principales de Bonnard, así como de los llamados nabis (profeta en hebreo), grupo al que Bonnard pertenecía y que junto a Vuillard es su principal representante. Su modelo fue su compañera y esposa, conocida como Marthe de Méligny (su verdadero nombre era Maria Boursin). Bonnard pintó a Marthe, fallecida en 1942, en todas y cada una de las fases de su ritual de aseo. Siempre trabajaba de memoria y no a partir del motivo real, lo que explica el carácter onírico y el tono psicológico subyacente que caracterizan sus cuadros. En 1935 Marthe debia de tener ya mas de sesenta años, pero Bonnard seguía pintándola con físico de mujer joven.
El periódico - Édouard Vuillard 1896-98
Édouard Vuillard fue el hijo devoto que siempre vivió con su madres y sus pinturas de interiores de la década de 1890 reflejan una serena armonía doméstica. Puertas, ventanas y espejos cumplen a menudo una importante función estructural en sus composiciones. En este cuadro, la madre del artista apenas se distingue detrás del periódico y casi se funde por completo con el entorno.
5.- NATURALEZA Y EXPRESIONISMO
En un nuevo siglo en el que se iban normalizando la electricidad, los rayos X, los automóviles, el cine y los aviones, todos esos cambios en la concepción del mundo y del lugar que ocupaba la humanidad en él, incitaron a muchos artistas, a ambos lados del Atlántico a repensar el modo de crear equivalentes visuales de esas nuevas experiencias. Los mas osados innovadores no solo trabajaban en París, sino también en Alemania, Austria y América. El expresionismo del siglo XX con frecuencia intentó poner de relieve un sentido subyacente de lo personal y lo espiritual que pudiera abarcar lo visionario. De todas formas, aunque esos artistas europeos o estadounidenses consideraban que el arte podía expresar la experiencia personal al margen de la existencia de un tema, la naturaleza siguió siendo una fuente de inspiración constante para todos ellos.
Courmayeur y las cumbres de los Gigantes - Oskar Kokoschka 1927
En 1927 Kokoschka inició uno de sus muchos viajes para pintar ciudades y lugares pintorescos de Europa, en una serie conocida como "Mundo Pintado". Este es el tercer cuadro de aquel viaje y lo pintó desde el balcón de su habitación de hotel, con colores diluidos hasta casi la consistencia de la acuarela. El artista escribió que el Mont Blanc "parecía tan cercano que casi podía tocarse". Con el ascenso de los nazis al poder, su obra fue incluida dentro del "arte degenerado", marchando al Reino Unido y posteriormente a Estados Unidos. Duncan Phillips consideraba a Kokoschka uno de los artistas modernos cuyo linaje se remontaba hasta el Greco y lo recibió en su museo en enero de 1949.
Otoño II - Wassily Kandinsky 1912
El pintor de origen ruso Wassily Kandinsky, un gran intelectual con una amplia formación, consideraba que el arte era intrínsecamente espiritual. Esta obra, pintada cuando escribía su famoso tratado De lo espiritual en el arte (1912) confirma algunas de sus convicciones sobre la capacidad expresiva inherente a ciertos colores, sobra las formas que sugieren en lugar de describir y sobre la libertad de la linea para mostrar su "sonido interior" como un lenguaje independiente de la descripción.
Motivo de hojas - Georgia O`Keeffe 1926
Georgia O`keeffe, una de las máximas representantes del arte moderno en los Estados Unidos, buscó siempre las cualidades místicas subyacentes en la naturaleza. Como su buen amigo Arthur G. Dove, deseaba encontrar equivalentes estéticos para expresar su experiencia del mundo natural. Motivo de hojas es una de sus primeras experimentaciones con la ampliación, y en el se magnifican y recortan fragmentos de la naturaleza hasta llenar el lienzo. O`Keeffe utilizaba con frecuencia fisuras y raspaduras como dispositivos formales y referencias veladas a su estado de ánimo. Esta obra fue la primera de la artista que se incorporó a un museo.
El faisán - Chaïm Soutine 1926
Este pintor, de origen ruso, escandalizó a la crítica parisina con su tratamiento expresivo de la pintura, puesto que se consideraba que pervertía el delicado estilo francés. El faisán pertenece a una serie de bodegones con aves y otros animales muertos de 1926-27. En cierta ocasión, adquirió y trasladó a su estudio un buey entero, dedicándose a pintarlo hasta que el hedor de la carne putrefacta alertó a los vecinos primero, y a las autoridades después. En 1943 Duncan Phillips organizó la primera exposición de Soutine en un museo estadounidense.
6.- EXPRESIONISMO ABSTRACTO
Una generación de artistas norteamericanos que había alcanzado la madurez creativa en las décadas de 1940 y 1950 convirtió a los Estados Unidos en una potencia internacional del arte. Afectados por la conmoción política de la II Guerra Mundial y sus consecuencias, aquellos artistas consideraban que el subconsciente era una fuente primordial de inspiración creativa. Muchos de ellos destacaban la pincelada expresiva y el propio acto de pintar como parte de la identidad esencial de la obra final, que revelaba la vida interior del artista y constituía un testimonio físico de su lucha. Otros rehuyeron por completo la abstracción gestual y buscaron la fuerza en unas relaciones cromáticas líricas y trascendentes.
Pero no solo los estadounidenses ensalzaron una vertiente mas expresiva de la abstracción, puesto que también lo hicieron algunos artistas europeos, especialmente en el París de la postguerra.
Composición - Jackson Pollock 1938
La firme convicción de Jackson Pollock de que existe una conexión entre emoción y abstracción le llevó a desarrollar un lenguaje pictórico completamente nuevo, profundamente personal y puramente americano. Las evocadoras formas y la máscara identificable en el cuadro, pintado cuando aún estaba desarrollando su estilo personal, manifiestan tanto su interés por el arte indígena americano y el chamanismo como su conocimiento de la obra de Picasso, Kandinsky y Miró.
Equinoccio - Adolph Gottlieb 1963
Adolph Gottlieb, como su amigo Mark Rothko, fue uno de los pintores de vanguardia que, en el Nueva York de los años cuarenta, buscaban un nuevo lenguaje visual abstracto y esencialmente americano. Gottlieb recibió una profunda influencia del arte primitivo, en especial del arte indígena americano y del arte tribal africano, que coleccionaba. En busca de nuevas formas abstractas para representar temas universales en la década de 1960 empezó a simplificar sus composiciones reticulares y a dividir el lienzo en dos mitades, donde unas cuantas formas flotan sobre un campo de color intenso compitiendo por convertirse en el centro de atención. El sugerente título de este cuadro Equinoccio, alude al fenómeno astronómico universal en el que el día y la noche duran aproximadamente lo mismo.
Sin título - Mark Rothko 1968
Enfermo desde 1968, Mark Rothko trabajó el resto de su vida a pequeña escala, concentrándose casi exclusivamente en obras sobre papel como esta, que sigue teniendo su estilo distintivo. Fue con Rothko con quien Duncan Phillips estableció su mas firme compromiso con la pintura de la Postguerra. Tras comprar el primer cuadro del artista en 1957, Phillips lo conoció personalmente, y en 1960, creo en su museo la Sala Rothko, el primer espacio dedicado en exclusiva a su obra, donde se exponen cuatro de sus líricos lienzos de los años cincuenta en una exposición permanente.
Número 182 - Morris Louis 1961
Morris Louis, que vivió en la ciudad de Washington, fue un asiduo de la Phillips Collection, donde halló inspiración en los grandes coloristas franceses y en el estadounidense Arthur G. Dove. En 1953 empezó a experimentar con nuevas formas de aplicar la pintura: vertía desde lo alto del bastidor pintura mate o brillante en capas sucesivas que se iban superponiendo sobre la tela de imprimar, generando composiciones que impregnaban la trama del lienzo. En 1961 inició sus característicos cuadros de rayas de los que esta obra es un excelente ejemplo. La posición de las franjas de color en realidad no quedaba definida hasta el momento de tensar la tela, lo cual introdujo la idea de la asimetría y del papel activo del lienzo sin pintar.
Fuga - Nicolas de Staël - 1951
Inspirado por los músicos Olivier Messiaen e Igor Stravinski, Staël inició una serie de pinturas caracterizadas por bloques texturizados de color que producen efectos tonales comparables a los de las composiciones musicales. En los extremos de esos bloques pueden apreciarse los tonos de las distintas capas, que invitan al espectador a fijarse en las sutiles elecciones realizadas durante el proceso de ejecución de la pintura. Duncan Phillips, que dio título a la obra consideraba a De Staël "un pintor poeta".
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