jueves, 19 de noviembre de 2015

LUGARES DE LA BATALLA DEL JARAMA






Madrid, febrero 1937. Un grupo de jóvenes amigos, adolescentes del barrio de Embajadores, decidieron que ya tenían edad suficiente para poder ayudar al Gobierno de la República. Sin decírselo a sus familias,  acordaron marchar a la mañana siguiente al frente mas próximo a Madrid, en el valle del Jarama. Cogieron un autobús hasta Morata de Tajuña para ponerse a disposición del ejercito popular.
Cuando sus padres se dieron cuenta de lo sucedido, resolvieron ir a buscarlos para "traerlos de las orejas". Aquello no era un juego de niños. 
Uno de aquellos chicos era el hermano de mi madre, mi tío Rafael y uno de los padres mi abuelo Aniceto.
Efectivamente, lo sucedido en la Batalla del Jarama fue algo muy serio y no apto para frivolidades. Hoy he pisado algunos de los sitios donde se desarrollaron los hechos de tan sangriento episodio de la Guerra Civil.
El primer lugar que he visitado es el "monumento" en recuerdo del batallón británico, personalizado en la figura del irlandés Kit Conway, perteneciente a la recién creada XV Brigada Internacional.



El "monumento" es un simple muro de piedra a cuyo pie se ha instalado una placa recordando a Kit Conway y a los 200 brigadistas británicos que murieron en la batalla. Por desgracia gente poco respetuosa ha pintado de rojo la placa que originariamente llevaba los colores de la bandera republicana. Alrededor de la placa hay depositados multitud de restos encontrados por los alrededores: latas, metralla, peines de fusil, etc.


Justo enfrente del "monumento" conmemorativo esta la causa del mismo: "Suicide Hill". Este pequeño montículo fue defendido por los británicos del avance de las tropas Regulares de Franco que habían cruzado el puente Pindoque, parando el avance de las tropas nacionales. De la dureza del combate da cuenta el nombre asignado por los británicos.



Del batallón británico solo 125 hombres sobrevivieron de los 400 destinados en la colina. Era su bautismo de fuego y parece que el armamento del que disponían no era compatible con la munición.  Es de sobra conocido el bloqueo de los países vecinos al Gobierno de la República con la escusa de la neutralidad, por lo que la procedencia del armamento era muy variopinta.


Entre campos de olivos se encuentran una serie de construcciones que usaron ambos bandos para asentar sus posiciones en torno a la carretera de Morata a San Martín de la Vega.


Este es un nido de ametralladoras del bando nacional. Su parte frontal acaba en pico a diferencia de los del bando republicano que son cuadrados.


Tiene ademas un su parte posterior un pequeño muro que protege la puerta de entrada al recinto para salvaguardarla de posibles explosiones.


Este otro puesto, del bando republicano es de forma cuadrada con una puerta en la parte posterior y sin muro protector.


Sobre el terreno siguen apareciendo restos de aquellos días que la gente va depositando en los muros que aún están en pie. Latas de conserva (hechas en España las nacionales y en Noruega las de las Brigadas Internacionales), de leche condensada, vidrios de botella, etc.


Entre puesto y puesto serpentean lineas de trincheras que comunican unos con otros. Estas se encuentran sin cuidar y en sus estado natural, pero aun con el paso de los años son fáciles de distinguir.


Algunas construcciones fueron usadas en los años posteriores como refugio de pastores y se modificaron para su ampliación o mayor comodidad. En este caso se le ha añadido una pequeña torre en la parte superior.


Este es su aspecto en la actualidad, pero cuando se construyeron su profundidad era de unos tres metros y tenían un falso suelo construido con tablones de madera que evitaba, en caso de lluvia, que los soldados estuvieran con los pies en el suelo.


En su interior solía haber cuatro personas: dos tiradores y dos municioneros  y la tronera al frente aunque también se iban abriendo, según las necesidades, a ambos lados.




Aquí aparece la marca de una caja de municiones con letras  en ruso usada por las Brigadas Internacionales.



Se puede observar una de las troneras laterales realizadas con posterioridad para dominar mas campo de observación.



 Este curioso insecto palo quiso acompañarme en la visita.





En 2006, cumpliéndose el 70 aniversario de la batalla, se inauguró en el llamado Cerro de Casas Altas (aunque en los registros del ayuntamiento de Morata figura como Cerro de la Iglesia), el denominado "Monumento a la Concordia", obra del escultor canario Martín Chirino, residente en Morata de Tajuña.




Al acto asistieron 36 brigadistas, que a duras penas lograron subir la cuesta que lleva a la cima del cerro, donde está colocado el monumento, que representa un puño frenado por una mano. 




En la base del monumento se pretendía  colocar una placa por cada uno de los países que integraban los voluntarios de las Brigadas Internacionales, pero parece que la misma noche de la inauguración aparecieron pintadas con el yugo y las flechas e igual que en el pequeño recuerdo de la Colina del Suicidio, cubierta de pintura, por lo que solo se colocó una: la de los voluntarios de Uruguay.


A los pies del monumento y rodeando el cerro, serpentean numerosas lineas de trincheras, algunas de las cuales han comenzado a ser limpiadas y acondicionadas para que se puedan  visitar en un futuro próximo.


Ademas de las trincheras, el cerro está plagado de refugios antiaéreos, algunos con techado de ramas y maderas, de los que solo queda el orificio en el suelo y otros excavados en las laderas del cerro.


El único al que me atreví a entrar era precisamente el que aparentemente tenia el acceso mas difícil y escondido, pero Alex, mi acompañante de Morata se lo conoce al dedillo.


Después de entrar a gatas por un pequeño orificio un largo pasillo se interna en las entrañas del cerro.


Este un realmente un lugar seguro.


Otro tipo de construcción de las que todavía quedan restos son los parapetos. Generalmente tanto los nidos de ametralladoras como los parapetos estaban situados al final de una linea de trincheras y comunicados unos con otros.



Cada parapeto tiene cuatro posiciones de tirador, separadas de dos en dos por un muro, con su correspondiente tronera y espacio para cuatro municioneros.



Los olivos fueron testigos de tan infaustos acontecimientos.